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Activistas de Boston aprenden sobre Darfur


Saliendo de la ficción sionista



por Karin Friedmann



El 10 de agosto de 2008 la doctora Samina Khan ha dado una conferencia en Boston sobre su reciente viaje a Sudán, donde asistió a la Conferencia de la Paz y la Reconciliación durante los días 25 y 26 de julio de 2008 en Al-Fashir, Darfur. Dos representantes del Pueblo de Dorchester por la Paz, Jeff Klein y Hayat Imam, estuvieron entre los asistentes, así como David Rolde y Elaine Antonia de BAZA (Boston Anti-Zionist Action, Acción Anti-Sionista de Boston).

La doctora Khan, nefróloga en el Tufts Medical Center, se unió a una delegación musulmana encabezada por el parlamentario británico Lord Nazur Ahmed, en colaboración con la Universidad de Ciencia y Teconología de Sudán, para ayudar a resolver los conflictos intertribales en Darfur, que han matado a decenas de miles y desplazado a millones. Ella iba en representación de Reclamando Nuestro Mundo, una organización que da asesoramiento a las mujeres de los países del Tercer Mundo.

Mientras la coalición Salvad Darfur, organizada por sionistas, se ha centrado en medidas económicas de castigo y en la intervención militar, la delegación musulmana defendía una solución desde las mismas causas de los problemas regionales, sin interferencia de las agendas políticas extranjeras y de las compañías petroleras.

La delegación se reunió con doscientos cincuenta dirigentes y representantes de ciento setenta y ocho tribus de Darfur, con el gobernador de Darfur, con el alcalde de Al-Fashir, con los dirigentes de todos los partidos políticos sudaneses, incluido el anterior primer ministro Imam al-Mahdi, con representantes de la Unión General de las Mujeres de Sudán, que representan a cuatro millones de afiliadas, y con una organización sufí. Moderaban la conferencia profesores de la Universidad de Ciencia y Teconología de Sudán.

La doctora Khan viajó al campo de refugiados más antiguo de Darfur, cerca de Al-Fashir, la capital del norte de Darfur, que acoge a más de cincuenta mil personas que abandonaron sus hogares de las aldeas cercanas hace ya cuatro años. Con la ayuda de la ONU y de organizaciones benéficas internacionales, el gobierno sudanés logra proveer agua, asistencia médica, una comida diaria, seguridad, y escolarización para los niños. Khan dijo que la mayoría de los niños conocen el inglés básico.

Cerca de allí, contratistas extranjeros están construyendo hoteles de lujo y restaurantes de comida rápida para el uso de los trabajadores de la ayuda humanitaria de la ONU. Los suministros llegan por transporte aéreo ya que Darfur no tiene carreteras asfaltadas.

La doctora Khan ha contado además que la población en general e incluso los partidos de oposición temen que las irresponsables acusaciones de genocidio contra el presidente Al-Bashir por el Tribunal Penal Internacional pueden dar nuevas fuerzas a los rebeldes apoyados desde el extranjero, y hacer descarrilar las negociaciones de paz en curso.

En su visita al hospital de Al-Fashir, la doctora Khan pidió al director del hospital una lista de necesidades. El Ministerio de Sanidad de Sudán ha aportado los medios para nuevas máquinas de diálisis. Ella volverá este año para poner en marcha un programa de aprendizaje.

La doctora Khan se entrevistó con el presidente sudanés Omar Al-Bashir en la casa del presidente en Jartum. Estaba muy esperanzado con esta iniciativa de reconciliación tribal.

La doctora Khan dijo haber quedado impresionada con la elocuencia y la claridad de ideas de las personas que entrevistó en Sudán, y con el alto nivel de participación de las mujeres en la sociedad sudanesa. Las mujeres contribuyen decisivamente a la fuerza de trabajo de Sudán. El presidente Al-Bashir se entrevistó con las mujeres de la delegacion musulmana de Gran Bretaña y de la Unión de Mujeres para debatir sus opiniones sobre el proceso de paz. Las mujeres dijeron a la doctora que si los hombres no quieren poner fin a la guerra, ellas se harán cargo de las cosas.

Los dirigentes locales diseñaron una fórmula de paz en la conclusión de la conferencia, señalando que las tensiones entre pastores nómadas y agricultores disminuirían con un acceso mayor al agua, con asistencia médica y veterinaria, con el desarme de la población y la creación de una fuerza policial local, y con proyectos de desarrollo rural.

La doctora Khan considera importante responder a las historietas de demonización de Sudán fabricadas por los medios de comunicación. Por ejemplo, no existe ninguna supuesta milicia gubernamental llamada "yanyawi", no hay conflicto étnico entre negros y árabes, ni entre musulmanes y cristianos. Todo el mundo en Darfur es negro y habla árabe. Todos son musulmanes. La situación humanitaria en Somalia, que ha sido bombardeada por Estados Unidos, es mucho peor. De hecho la ONU ha estado enviando refugiados de Iraq a vivir en Darfur.

"El pueblo de Sudán tiene muchos recursos, si quitamos la publicidad negativa. No les dejemos solos, pero no los ataquemos todo el tiempo. Dejemos al gobierno y a otros ocuparse de las necesidades del pueblo. Hay un enorme potencial en ese país", dijo la doctora Khan.

La demonización en los medios de comunicación y la orden de detención del TPI contra el presidente Al-Bashir parecen ser el preludio de un intento de derrocar al gobierno sudanés, con el fin de privatizar y explotar por empresas extranjeras los recursos naturales de Sudán. Las hostiles sanciones de Estados Unidos convierten en ilegal para cualquier estadounidense invertir en el desarrollo de Sudán excepto a través de las corporaciones militares.


Fuente: Ethnic Ashkenazim Against Zionist Israel, 28 de agosto de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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Imperialistas, sacad vuestras manos de Sudán




por Manik Mukherjee


En la Conferencia Internacional de Trabajadores celebrada en el Centro de la Amistad, Jartúm (Sudán), 3 de agosto de 2008.

Manik Mukherjee es secretario general del Comité de Coordinación de la Solidaridad Popular Antiimperialista Internacional y ha asistido a los actos de la celebración del Día Nacional de los Trabajadores, invitado por el Frente de Sindicatos de Trabajadores de Sudán (Sudan Workers Trade Union Front). La conferencia comenzó el 3 de agosto de 2008, con casi 2000 delegados de 20 países, en el Centro de la Amistad de Jartúm. Lo que sigue es el texto de su intervención.



Hermanos, hermanas, amigos, amigas

He venido aquí para expresar la solidaridad del pueblo de India con el pueblo de Sudán en su lucha contra la dominación imperialista. India y Sudán sufrieron mucho tiempo el yugo del dominio británico, y ambas han tenido que soportar la agonía de la lucha fratricida instigada por los dirigentes imperialistas. Compartimos vuestro dolor y somos compañeros en vuestra lucha antiimperalista.

Hoy los poderes imperialistas, encabezados por Estados Unidos, están llevando a cabo guerras criminales contra diferentes pueblos del mundo: Iraq, Afganistán, Sudán, Palestina, Líbano, Somalia, etc. Sudán es un país rico en recursos naturales, como petróleo, gas natural, uranio, cobre, etc., recursos codiciados por los poderes imperialistas. Sudán se ha convertido por tanto en una víctima de las intrigas y maniobras de los imperialistas. Es un país con una gran diversidad étnica, y durante siglos los diferentes grupos étnicos han convivido y compartido rasgos culturales comunes. Los gobernantes británicos siguieron su acostumbrada política de divide-y-vencerás para perpetuar su dominio colonial y mantener al país pobre, atrasado y débil. Fomentaron la desconfianza y la división entre los diferentes grupos étnicos. A causa de sus maniobras e instigaciones, cuando finalmente se vieron forzados a marcharse en 1956, el país se hundió en una larga guerra civil. Los poderes imperialistas, principalmente Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, mantuvieron vivos estos conflictos internos apoyando a unos grupos contra otros.

El surgimiento de los movimientos anticoloniales en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue liberando del dominio extranjero a un país tras otro por todo el mundo, y en África también se establecieron gobiernos nacionales. Pero los poderes imperialistas se negaron a dejar que escaparan de sus manos los enormes recursos naturales de los países africanos.
Así que allí donde las políticas gubernamentales mostraran cualquier tendencia a un desarrollo independiente, o si los movimientos populares tomaban la mínima medida anticapitalista, los imperialistas se abalanzaban sobre ellos. Lanzaron campañas de desestabilización, operativos de sabotaje, intervenciones militares abiertas, incluso ocupaciones militares, y organizaron operaciones para provocar cambios de gobiernos. Hemos visto esto en Congo, en Ghana, en Guinea Bissau, en Angola, en Somalia y en un buen número de otros países. Estados Unidos está al frente de estos ataques imperialistas. Las instituciones financieras controladas por Estados Unidos, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, o la USAID, intentan estrangular el desarrollo económico de los países africanos y mantenerlos para siempre bajo la dominación imperialista. La rivalidad entre los poderes imperialistas ha añadido más tensiones y conflictos en África.

El Sudán independiente intentó seguir una política de desarrollo de sus recursos económicos no guiada por los dictados imperialistas. No permitió el acceso de los Estados Unidos a sus recursos petrolíferos, ni apoyó la guerra abanderada por Estados Unidos contra Iraq, ni su posterior ocupación. Todo esto ha enfurecido a Estados Unidos, y por lo tanto este país ha intentado durante mucho tiempo desestabilizar a Sudán. En 1998 incluso lanzó un ataque de misiles contra una planta de productos farmacéuticos en el interior de Sudán, con la falsa excusa de que allí se fabricaban armas químicas.

Este pretexto se demostró falso, tal como estableció claramente un comité de investigación dirigido por el antiguo Fiscal General de los Estados Unidos Ramsey Clark, que es ahora el presidente de nuestra organización: el Comité de Coordinación de la Solidaridad Popular Antiimperialista Internacional. No hubo indemnizaciones por esta destrucción, que arrasó la planta que servía para abastecer el 60 % de la demanda de medicamentos de Sudán.

El instrumento fundamental de la política imperialista es fomentar antagonismos nacionales y regionales, instigar a unos grupos contra otros, y apoyar a alguno de ellos con ayuda financiera y militar. En Sudán esta estrategia se ha llevado a cabo con mucha efectividad, y ha creado la situación de guerra civil que se extiende ya durante casi medio siglo. Sudán fue devastado por la guerra entre el norte y el sur: dos millones de personas murieron, muchos millones más fueron desplazadas; la economía sudanesa se hundió y todo esto dio paso a la escasez de alimentos, que provocó la malnutrición y la hambruna; la asistencia médica y la educación básica se volvieron inaccesibles para grandes sectores de la población. Al final, tras larguísimas negociaciones, se firmó un Acuerdo de Paz en Nairobi en 2005, y el martirizado pueblo sudanés empezó a vislumbrar un posible futuro de paz y reconciliación... Pero justo cuando se estaban dando los primeros pasos hacia una solución pacífica de los problemas, Estados Unidos y sus aliados atizaron el fuego en Darfur.

Los imperialistas presentan falsamente el conflicto civil en Darfur como un conflicto racial entre "los árabes" y "los negros" africanos. Pero, como un periodista señaló en cierta ocasión, "Todos los implicados en el conflicto de Darfur -sean representados como "árabes" o "negros"- son igualmente indígenas e igualmente negros. Todos son musulmanes y todos son autóctonos". El hambre, la pobreza y la sequía pusieron al pueblo de Darfur en apuros, y empezó a fraguarse el descontento entre los diferentes grupos en torno a la obtención de los escasos recursos. Los imperialistas avivaron este descontento porque los levantamientos y los enfrentamientos podrían servirles para desestabilizar al gobierno de Sudán, "inamistoso" para ellos, y así facilitarles su entrada en Sudán. Los capitalistas en Estados Unidos y en Europa apoyaron y simpatizaron con los grupos que luchaban contra el gobierno sudanés. Son grupos adiestrados militarmente, apoyados e incitados por los poderes imperialistas, tanto directamente como a través de regímenes que les sirven. Tras instigar el conflicto interno, ahora gritan sobre un genocidio en Darfur.

Las organizaciones de derecha occidentales, los portavoces de los capitalistas, e incluso algunos grupos progresistas despistados, están levantando sus demandas en favor de una intervención extranjera que "salve" Darfur. Los líderes de Estados Unidos y Reino Unido como Gerge Bush, Condoleezza Rice, John Bolton, el general Colin Powell, el general Wesley Clark, Tony Blair, etc., defienden la intervención militar en Sudán para parar el "genocidio".

Observamos una vez más el clásico modus operandi de los imperialistas. Tras instigar las guerras civiles y alentar su continuación mediante la intervención directa y el apoyo a uno de los grupos contra el otro, comienzan a hablar de "crímenes de guerra" y de "crímenes contra la humanidad" y exigen que sus perpetradores sean juzgados y castigados. Hemos visto esto ya en Camboya, en Ruanda, en Yugoslavia, y en todos los lugares tales acusaciones se levantan contra la parte que más se opone a los imperialistas. Observamos el mismo método en Sudán. Los grupos de derecha de Estados Unidos y Europa han lanzado una guerra relámpago de propaganda sobre los sufrimientos del pueblo de Darfur y hacen llamamientos a la intervención militar directa y a una presencia permanente de los poderes occidentales en Sudán, para "supervisar" la situación. La historia nos ha demostrado ampliamente que las supuestas "fuerzas de pacificación" enviadas por razones "humanitarias" se despliegan en realidad para servir a los intereses imperialistas, y no para la paz y la reconciliación. Debemos extraer las lecciones de lo que ha sucedido en Corea, en Congo, en Ruanda, en Yugoslavia.

En 2006, a iniciativa de la Unión Africana, se firmó el Acuerdo de Paz de Darfur entre el gobierno sudanés y el mayor grupo de los militantes de Darfur, como un paso para promover el proceso de reconstrucción y reconciliación. Pero los imperialistas interfirieron en este proceso, bloqueando la salida al conflicto, y apoyaron a otros grupos que pudieran mantener el conflicto vivo.

En tal coyuntura, el Tribunal Penal Internacional (TPI), al dictado de los poderes imperialistas, inició los procedimientos penales contra los gobernantes sudaneses. En 2007 los jueces del TPI iniciaron las acciones contra dos altos responsables sudaneses por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Recientemente, el 14 de julio de este año, el TPI ha acusado formalmente al presidente Omar Hasan al-Bashir por crímenes de guera y crímenes contra la humanidad. Denunciamos enérgicamente este infame paso. Nos congratulamos de que la Unión Africana y la Liga Árabe se hayan opuesto a esta maniobra del TPI y asumimos la declaración de la Unión Africana de que esta amenaza de persecución podría poner en serio peligro los esfuerzos de paz en la región de Darfur. El pueblo, acertadamente, ve esta acción como un asalto a la soberanía de Sudán. Y el gobierno y el pueblo de Sudán mantienen firme su resolución de no sucumbir ante ningún chantaje político.

Llamamos a todas las personas antiimperialistas del mundo a solidarizarse con el pueblo sudanés en su lucha contra el imperialismo, y a ayudarle en proteger su soberanía. Queremos remarcar que sólo el pueblo sudanés es el dueño de su país. Son ellos quienes deben buscar los caminos para resolver sus problemas internos, sin ninguna injerencia extranjera ni ninguna presión exterior. Son ellos los únicos que tienen derecho a investigar cualquier violación de los derechos humanos que haya podido tener lugar, y a juzgar y a castigar a quienes la hayan perpetrado. El pueblo sudanés no necesita que los imperialistas le enseñen a proteger los derechos humanos. Que salga un llamamiento desde esta plataforma para parar la acusación del TPI contra el presidente Al-Bashir y demandar en su lugar que sea el presidente Bush y sus cohortes quienes sean procesados por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por haber desencadenado la guerra contra Iraq y Afganistán y por la tortura de los prisioneros de los campos de concentración de Abu Ghraib y Guantánamo.

Larga vida a la lucha antiimperialista
Larga vida a la solidaridad entre los pueblos
Imperialistas, sacad vuestras manos de Sudán



Fuente: World View News Service, 23 de agosto de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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Un fraude llamado Obama




Las trae locas... A las almas de la respetable progresía, me refiero. Y no sólo a la hispánica. Hablando de ésta, el Yes, we can del candidato que la encandila le sirvió a la cadena Cuatro para su adocenador eslogan “Podemos” de la Eurocopa. Pero es sólo un ejemplo entre tantos del mismo sector sociológico y político. Respecto a la veneración foránea, el mitin de Berlín resultó emblemático aparte de una curiosa reedición, 45 años después, del discurso del “renovador” JFK (sí, el católico mujeriego que empezó la guerra de Vietnam).

Es normal: cualquier alternativa al rudo genocida Bush, a poco que parezca distinta (juvenil, de otro partido, incluso de otra raza...), invita a la más cordial bienvenida. Sobre todo si recordamos que la progresía es una corriente más bien vacua y superficial. Pero incluso los oficiales representantes de la derecha (no exenta de progres, por cierto) muestran pleitesía hacia el candidato, bien sea a través del ¿plagio?, o bien como simple excusa para su habitual acoso a Zapatero. No le recibieron igual, en cambio, las siniestras voces de la Derechona, que asociaron al senador de Illinois nada menos que con la extrema izquierda (ver 1, 2 y 3).

Todo esto son síntomas del “fenómeno Obama”, moda que en los últimos meses viene ilusionando a millones de personas tanto en el corazón del Imperio como, quizás aún más, en buena parte de sus dominios, particularmente los europeos.

Ahora bien, ¿hay para tanto? ¿Realmente el mozo en cuestión lo merece? Y, sobre todo, ¿tiene sentido que un genuino progresista del mundo actual se ilusione con él?

Lo que cabe esperar del mozo en cuestión

Aparte de rasgos propios del típico liberal estadounidense (asimilable en buen grado a un progre español), como la defensa del aborto, de las uniones del mismo sexo, cierta atención a los derechos humanos y “libertades civiles”, el énfasis en preservar la neutralidad de Internet..., lo cierto es que Obama tiene muy poco de revolucionario social y político. Por ejemplo, aunque con matices (sin duda más que los que hace Bush), es partidario de la pena de muerte. Lo es también del vergonzoso muro fronterizo antiinmigratorio entre Estados Unidos y México. Y de las peligrosas campañas de apoyo y financiación pública a organizaciones religiosas que prestan servicios humanitarios (faith-based initiatives), creadas por el todavía presidente al poco de llegar al cargo.

Pero es en sus propuestas de política exterior –el tema que de verdad interesa al resto del mundo, progresía europea incluida– donde resulta más evidente que Obama no tiene intención real de cambiar el statu quo. Aunque en países como España se ha granjeado enorme popularidad por sus palabras de paz (incluso se afirma que promoverá la total desnuclearización del planeta), de acabar con el unilateralismo estadounidense, de dialogar con todos (hasta con Siria e Irán) y, sobre todo, de poner fin a la guerra contra Irak (en relación con ésta, honra a Barack que se opusiera a ella desde el principio), cuando se conoce con más detalle el programa del candidato la impresión que se obtiene es muy otra. Veámoslo esquemáticamente:

• Sobre la salida de Irak, su propósito declarado de abandonar este país devastado para el verano de 2010 no difiere gran cosa, en el fondo, de algunas de las ideas lanzadas últimamente por el propio Genocida en Jefe. Éste, en reciente videoconferencia con el primer ministro títere, Al Maliki, ha llegado a un preacuerdo para retirar las tropas en cuanto «el ejército iraquí asuma la seguridad». Algo parecido a lo que expresó un portavoz iraquí en ocasión de la reciente visita de Obama (quien también se entrevistó con Al Maliki), cuando señaló que, si bien esperaba que la retirada pudiera ser en 2010, los planes “podrían tener que cambiar” en caso de que la violencia se recrudeciese. Condición que probablemente ligase también al hipotético presidente Obama, quien además habla de una retirada “responsable”. Por cierto, no son consideraciones humanitarias las que le mueven a querer acabar con esa ocupación, sino el hecho de considerarla una “guerra estúpida” para los intereses estadounidenses.

• Pero frente a la guerra “mala”, Obama defiende la guerra “buena”, la que el gobierno de su país lleva casi siete años ejecutando contra Afganistán. De hecho, propone el envío de nuevas tropas a este país e invita a los aliados de Estados Unidos a hacer lo mismo.

• Hace énfasis en combatir la amenaza de los “terroristas y los estados gamberros” (una terminología que nos sonaba ya...).

• Para los fines susodichos, se propone aumentar los efectivos del ejército norteamericano en más de noventa mil soldados, manteniendo su orientación de control del exterior (habla, p. ej., de “contrainsurgencia y estabilización”).

• En medio de bonitas palabras como “nueva estrategia”, “la fuerza de las ideas” y los “ideales de libertad y democracia”, recuerda el interés de su país en mantener “mercados abiertos”, con mención expresa de organizaciones como la OTAN y hablando de “centrar la atención en todos los rincones del globo”.

• De Hamás, la fuerza más votada por los palestinos, sostiene que es tan terrorista e impresentable como la considera Bush, a la vez que deja claras sus particularísimas simpatías por el estado de “Israel” (incluso con elogios al no menos terrorista Sharon).

• Pero lo más llamativo es su postura sobre Irán. En realidad, es apenas indiscernible de la que ha venido caracterizando al Genocida en Jefe estos últimos años en su acoso a esa nación todavía soberana. Aunque habla de diálogo y de que aún no se ha agotado la vía diplomática, en absoluto descarta la “solución” militar contra ese país, y en algún caso llega a citarla explícitamente. En términos muy complacientes para sus amigos sionistas, califica con insistencia a Irán como “la mayor amenaza en Oriente Próximo” (ver también). Por supuesto, todo ello sobre la base de las excusas, jamás demostradas (al contrario, según los inspectores de la ONU), de que el régimen iraní enriquece uranio para fabricar la bomba atómica.

Agréguese a esto que, aunque habla de cerrar el campo de torturas de Guantánamo (pero curiosamente no apoyó proyectos legales específicos para tal fin), y aun cuando se opuso a la legalización de la tortura (Ley de Comisiones Militares), Obama votó a favor de la versión actual de la infame Patriot Act, que restringe descaradamente los derechos humanos en Estados Unidos a los extranjeros pero también a sus ciudadanos.

En materia religiosa, aparte de lo ya expuesto arriba, el candidato se declara partidario del principio (constitucional) de separación iglesia-estado. Sin embargo no tiene reparo en defender (atención, queridos progres) que los valores religiosos deben traducirse en “términos morales que todos puedan compartir, incluidos los no creyentes”. Una expresión ambigua pero claramente peligrosa.

Un “Bush” más amable

En resumidas cuentas, Obama inserta su cacareado “cambio” en el marco de la bushiana “guerra contra el terror”. Por algo da por cierta la (inverosímil) versión oficial del 11-S, la excusa perfecta para el imperialismo aún más criminal que caracteriza a su país desde la fecha de tan extraños macroatentados.

Además, se le ve muy cercano al lobby pro “israelí”, y no hay duda de que el factor sionista sigue condicionando decisivamente la política internacional. En la medida en que depende de aquél, se verá maniatado para llevar adelante una política independiente... suponiendo que realmente deseara hacerla.

En otras palabras, Obama no será más que una continuación de Bush pero seguramente con un rostro más diplomático y menos descerebrado (aunque no está exento de errores de fondo, vale la pena leer el interesante análisis de Thierry Meyssan al respecto). Justo por ello, más engañoso.

En cualquier caso, la progresía seguirá obnubilada con el candidato. Confirmará así, además de su mediocridad intelectual, su total avenencia con el Sistema (i.e., su carácter profundamente conservador). A fin de cuentas, ¿qué les importa Irán (el pueblo iraní) a los progres (hoy ya mayormente pijoprogres, al menos si nos fijamos en sus referentes mediáticos)? Ellos siempre se caracterizaron más por el libertinaje material-hedonista que por genuinos anhelos libertarios. A la mayoría le bastará con que les dejen seguir su modo de vida, mera variante del capitalismo. Además, para abandonar a su suerte al pueblo iraní, gozan de la valiosa excusa del teocratismo del régimen de los ayatolás (nada que ver con su querido laicismo... por el que en realidad apenas luchan).

El Sistema lo tiene todo atado y bien atado. Soñar con que la renovación prometida por Obama será algo más que un fenómeno mediático es desconocer por completo los hilos que mueven este mundo mortalmente enfermo. De momento, ya es mucho que podamos dar gracias por que el totalitarismo de facto que impera en él aún no resulte brutal en todo el planeta.

Fuente: El Blog de Cordura - El País, 27 de julio de 2008

Sobreviven las mentiras de Hiroshima como apoyo a los crímenes de guerra del siglo XX



por John Pilger



Cuando fui por primera vez a Hiroshima en 1967, su sombra todavía estaba ahí. Era la impresión casi perfecta de una persona descansando: inclinada, con las piernas separadas, y una mano en la cintura mientras, sentada, esperaba a que abriera el banco. A las ocho y cuarto de la mañana del 6 de agosto de 1945, ella y su silueta fueron grabadas a fuego en el granito. Estuve contemplando la sombra durante una hora o más, luego caminé hacia el río y me encontré con un hombre llamado Yukio, en cuyo pecho quedó grabado el dibujo de la camisa que vestía cuando fue arrojada la bomba atómica.

Él y su familia vivían todavía en una casucha que fue levantada por el polvo de un desierto atómico. Describió el resplandor sobre la ciudad que siguió a la bomba como “una luz azulada, algo parecido a un cortocircuito”, después del cuál se produjo un tornado y empezó a caer una lluvia negra. “Me arrojó al suelo y me di cuenta de que de mis flores solamente quedaban los tallos. Todo se quedó quieto y en silencio, y cuando me levanté, había gente desnuda, sin decir nada. Algunos de ellos no tenían ni piel ni pelo. Estaba seguro de haber muerto.” Nueve años después, cuando volví a buscarle, había muerto de leucemia.

En los días inmediatamente posteriores a la bomba, las autoridades de ocupación de los aliados prohibieron toda mención al envenamiento radioactivo, e insistieron en que la gente había muerto o resultado herida únicamente como consecuencia de la onda expansiva. Ésa fue la primera gran mentira. “No hay radioactividad entre las ruinas de Hiroshimas”, decía la portada del New York Times, un clásico de la desinformación y la abdicación periodística, que el reportero australiano Wilfred Burchett puso en su lugar con su primicia del siglo. “Escribo esto como advertencia al mundo”, escribió Burchett en el Daily Express, después de haber llegado a Hiroshima tras un peligroso viaje, siendo el primer corresponsal en atreverse a ello. Describió las salas de los hospitales llenas de gente sin ninguna herida visible, pero muriendo de lo que denominó “una plaga atómica”. Por decir la verdad se le retiró su acreditación y fue puesto en la picota pública y difamado -pero también vindicado.

El bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki fue un acto criminal a una escala épica. Fue un asesinato en masa premeditado desatado por un arma de criminalidad intrínseca. Por esta razón sus apologistas han tratado de buscar refugio en la mitología de que ésta fue la última “guerra buena”, cuya “sumersión ética” (ethical bath), como lo ha llamado Richard Drayton, ha permitido a occidente no sólo expiar su sangriento pasado imperial sino promover 60 años de guerras de rapiña, siempre bajo la sombra de la Bomba.

La mentira más perdurable es aquella que asegura que la bomba fue lanzada para finalizar la guerra en el Pacífico y salvar vidas. “Incluso sin el bombardeo atómico”, concluyó el United States Strategic Bombing Survey [la comisión para el seguimiento de Bombardeos Estratégicos de los Estados Unidos] de 1946, “la superioridad aérea sobre Japón podría haber ejercido la suficiente presión como para llevar a una rendición incondicional y hacer innecesaria la invasión. Basándose en una detallada investigación de los hechos, y apoyados en el testimonio de los líderes japoneses supervivientes, es la opinión de esta Comisión que... Japón se habría rendido incluso si las bombas atómicas no hubieran sido arrojadas, incluso si Rusia no hubiera entrado en guerra e incluso si no se hubiera planeado o contemplado la invasión.”

El Archivo Nacional de Washington guarda documentos estadounidenses que testimonian los acercamientos japoneses hacia la paz en fecha tan temprana como 1943. Se les hizo caso omiso. Un cable enviado el 5 de mayo de 1945 por el embajador alemán en Tokio e interceptado por los norteamericanos disipa cualquier duda de cómo los japoneses estaban desesperados por reclamar el fin de las hostilidades, incluyendo “la capitulación, incluso si los términos fueran duros.” En cambio, el secretario de guerra estadounidense, Henry Stimson, dijo al presidente Truman que “temía” que las fueras aéreas norteamericanas hubieran “bombardeado tanto” Japón, que el nuevo arma no pudiera “mostrar toda su fuerza”. Más tarde admitió que “no se hizo ningún esfuerzo, y ninguno de los que se hicieron fue seriamente considerado, para conseguir la rendición, y no se hizo para no tener que no emplear la bomba”. Sus colegas en el departamento de exteriores estaban impacientes “por intimidar a los rusos con la bomba, haciéndola explotar más que paseándose con ella bajo el brazo”. El general Leslie Groves, director del Proyecto Manhattan que construyó la bomba, declaró que “nunca hubo por mi parte ninguna ilusión que me apartara de la idea de que Rusia era nuestro enemigo, y que el proyecto estaba siendo desarrollado sobre ese punto de partida.” El día después de que Hiroshima fuera arrasada, el presidente Truman expresó su satisfacción por el “éxito abrumador” del “experimento”.

Desde 1945, se cree que los Estados Unidos han estado a punto de emplear sus armas nucleares en al menos tres ocasiones. En su falaz “guerra contra el terror”, los actuales gobiernos de Washinton y Londres han declarado que están preparados para llevar a cabo ataques nucleares “preventivos” contra estados no-nucleares. Con todos los indicadores apuntando hacia la medianoche de un Apocalipsis nuclear, las mentiras con las que se justifica resultan todavía más escandalosas. Irán es la actual “amenaza”. Pero Irán no tiene armas nucleares y la desinformación de que planea crear un arsenal nuclear proviene de la MEK, un desacreditado grupo opositor iraní esponsorizado por la CIA. Exactamente lo mismo que las mentiras sobre las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein que se originaron en el Congreso Nacional Iraquí y que fabricó Washington.

El papel de la prensa occidental a la hora de poner en pie a este espantajo ha sido fundamental. Que la Inteligencia Militar estadounidense afirme que, “casi con toda seguridad”, Irán abandonó su programa de armas nucleares en el 2003, ha sido relegado al cuarto trastero de la memoria. Que el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad nunca amenazó con “borrar a Israel del mapa”, es algo sin interés. Pero éste ha sido el mantra de los “hechos” proporcionado por los medios de comunicación a los que, en su reciente actuación lacayuna ante el parlamento israelí, Gordon Brown aludió para amenazar, una vez más, a Irán.

Esta progresión de mentiras nos ha llevado a una de las crisis nucleares más peligrosas desde 1945, porque la amenaza real sigue siendo algo casi innombrable en los círculos del establishment occidental y, por consiguiente, en los medios de comunicación. Solamente existe una potencia nuclear cuyo arsenal prolifera en todo Oriente Medio, y ésa es Israel. Mordechai Vanunu intentó heroicamente avisar al mundo de ello en 1986, cuando sacó clandestinamente del país pruebas de que Israel estaba construyendo al menos unas 200 cabezas nucleares. Desafiando las resoluciones de la ONU, Israel está hoy claramente impaciente por atacar Irán, temerosa de que una nueva administración norteamericana pudiera -sólo pudiera- conducir a genuinas negociaciones con una nación que occidente ha estado perjudicando desde que Gran Bretaña y Estados Unidos acabasen con la democracia iraní en 1953.

En el New York Times del 18 de julio, el historiador israelí Benny Morris, considerado en su día un liberal y hoy asesor del establishment político y militar de su país, amenazó con “un Irán convertido en un páramo nuclear.” Esto sería un asesinato en masa. Tratándose de un judío, la ironía es sangrante.

La cuestión que sobreviene es: ¿somos el resto de nosotros meros espectadores, asegurando, como hicieron los buenos alemanes, “que no sabemos nada”? ¿Nos escondemos por más tiempo detrás de lo que Richard Falk ha llamado “una pantalla legal y moral farisaica [de] imágenes positivas de valores occidentales e inocencia y nos hacemos los amenazados, dando validez a una campaña de violencia ilimitada”? La caza de los criminales de guerra vuelve a estar de moda. Radovan Karadzic se sienta en el banquillo de los acusados, pero Sharon y Olmer, Bush y Blair no. ¿Por qué no? La memoria de Hiroshima exige una respuesta.

Fuente: The Guardian, 6 de agosto de 2008
Traducción Ángel Ferrero - Tlaxcala



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Israel amenaza a los libaneses por teléfono


"Israel ha violado la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas al entrar en la red de telecomunicaciones del Líbano", ha declarado el ministro libanés de Telecomunicaciones, Gebran Bassil.

"Hemos ordenado tomar todas las medidas necesarias para cortar y detener esta abierta agresión contra la soberanía e independencia del Líbano", añadió.

Según los medios de comunicación libaneses, Israel ha penetrado la red de telecomunicaciones libanesa y ha amenazado a gente enviándoles mensajes de voz grabados que dicen: "No permitas a Hezbollah te arrastre a otra guerra, porque vas a recibir lo mismo que en la guerra de Israel-Líbano de julio de 2006".

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y el jefe de las Fuerzas de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL), el general Claudio Graziano, han recibido una queja oficial sobre este acto israelí de sabotaje contra el Líbano, que viola la resolución 1701 de Naciones Unidas.

El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, ha dicho recientemente que la resolución 1701 del Consejo de Seguridad "está muerta".

Tras la derrota israelí en la guerra de 33 días que lanzó contra el Líbano en 2006, la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas puso fin oficialmente al conflicto.


Fuente: World View News Service, 20 de julio de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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El ejército estadounidense planea nuevos centros de reclutamiento con videojuegos



En agosto los militares estadounidenses planean abrir su primer Centro de Vivencias Militares, una combinación entre centro de reclutamiento, salón de juegos de vídeo y tienda multimedia, con el objetivo de promover el servicio militar, según un informe del New York Post.

Este periódico refiere que posiblemente la céntrica Times Square será su ubicación, y que el centro, de 14.500 pies cuadrados, será un espectacular centro multimedia, con simuladores de vuelo y juegos de vídeo con soldados a tamaño real.

Aunque que el ejército estadounidense planea realizar ventas durante su funcionamiento, el objetivo central de este lugar será construir "experiencias inolvidables" que les haga llegar a los potenciales reclutas "el sabor de la vida militar", informa el Post.

El verano pasado, el ejército estadounidense nombró a su primer oficial en jefe para márketing, Edward Walters, un licenciado de West Point de 38 años y con un título de márketing de Kraft Foods, según el diario. Walters ha declarado al Post que la tienda militar es un prototipo para un nuevo tipo de oficina de reclutamiento, y que todo ello no es sino el último ejemplo del uso creciente de las herramientas del márketing por parte del ejército, para lograr atraerse a la próxima generación de soldados.

"Estamos cambiando de las oficinas y los mostradores normales de reclutamiento hacia sitios donde los hombres y las mujeres pueden hacer la vivencia del servicio militar", dijo Walters. El ejército estadounidense ya financia eventos publicitarios por todo el país para obtener potenciales reclutas. Las llamadas Zonas Duras Militares Portátiles ofrecen muros para trepar y demostraciones de armas de fuego. El ejército estadounidense también ha empezado a usar Facebook y MySpace, así como juegos en línea y mensajes de móviles.


Fuente: World View News Service, 29 de julio de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia



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Los medios de comunicación fabrican falsas noticias una vez más


El programa nuclear sirio: la amenaza fantasma


por John W. Farley



El 6 de septiembre pasado, Israel bombardeó un edificio sirio en Dair el Zor. Aunque tanto Israel como Siria no hicieron muchas declaraciones tras el bombardeo, algún tiempo después los israelíes comenzaron a decir que los sirios estaban construyendo un reactor nuclear. Oigo en la radio a Tom Jelton, de la National Pentagon Radio, repetir -como si fuera un hecho indiscutible- que el gobierno USA dice tener "pruebas" de una conexión nuclear entre Siria y Corea del Norte. También veo a los columnistas de Associated Press Pamela Hess y Deb Reichmann publicar una historia con el titular "La Casa Blanca le dice a Siria que debe 'clarificar' su actividad nuclear", y ABC News tiene un vídeo titulado "El reactor nuclear de Siria".

¿Están estos maravillosos grandes medios de comunicación, los que nos dieron las míticas "armas de destrucción masiva" de Saddam, mintiéndonos otra vez? La respuesta es sí. El pasado otoño la periodista Laura Rozen habló con Joseph Cirincione, director de política nuclear en el Center for American Progress.

Cirincione dijo que "Cuando las fuerzas aéreas israelíes atacaron Dair el Zor en Siria, no tenían como objetivo un sitio nuclear sino en realidad uno de los principales depósitos de armas del país. Dair el Zor alberga una gran base subterránea, en la que el ejército sirio guarda los misiles de largo y medio alcance, la mayor parte de ellos comprados a Irán y Corea del Norte. El ataque de la aviación israelí coincidió con la llegada de un cargamento de piezas para los doscientos cohetes sirios Scud B y los sesenta Scud C."

Cirincione dice también que hay un pequeño programa sirio de investigación nuclear, que lleva manteniéndose unos cuarenta años y que no va a ninguna parte. "Es un programa de investigación muy básico, montado en torno a un pequeño reactor de 30 kilovatios que produce unos pocos isótopos y neutrones. No puede ser utilizado para algo parecido a armas nucleares o energía atómica", dijo. "Una docena de países ha ayudado a Siria a desarrollar su programa nuclear, entre ellos Bélgica, Alemania, rusia, China, e incluso los Estados Unidos si consideramos el terreno de la formación de científicos", añadió.

Entonces ¿qué está pasando realmente aquí? Cirincione dijo a la BBC que "Esto parece ser el trabajo de un grupo de responsables de la administración, que han filtrado datos de "inteligencia" falsos a periodistas clave para impulsar una agenda política ya preparada de antemano". La agenda política ya preparada puede ser impulsar una guerra con Siria y / o Irán, o torpedear las negociaciones con Corea del Norte. Finalmente, Cirincione añade sombríamente: "todo esto suena a los preparativos de la guerra contra Iraq".

Un gran saludo para el valiente periodista Justin Raimundo, del sitio web libertario www.antiwar.com, que ya escribió sobre esto el pasado octubre. Esta columna le debe mucho a Raimundo y a Rozen. Para ABC, Associated Press, Tom Jelton y la National Pentagon Radio, sólo ha sido un día más de infamia periodística.


John W. Farley escribe desde Henderson, Nevada.

Fuente: Counterpunch
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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Irán y la sumisión de El País al poder




por Javier Adler



El diario El País, que tradicionalmente dedica más atención a asuntos internacionales que los demás, parece especialmente empeñado en sus demostraciones de sumisión al poder. Un ejemplo elocuente lo tenemos en el editorial de hoy (20/7/08), dedicado a Irán.

Los supuestos coinciden totalmente con el discurso oficial de Estados Unidos. Irán es un país malvado y peligroso que debe controlarse, de ahí que las leyes internacionales deban mostrarse selectivamente más duras con este país o incluso se le apliquen otras leyes no escritas. Que no hay argumentos racionales para defender esta teoría es algo que cualquiera puede comprobar simplemente buscándolos en la prensa. Sólo hay propaganda, descalificaciones y enunciados más o menos histéricos de tales postulados.

La frase que abre el editorial habla de negociaciones entre “la comunidad internacional e Irán”. La expresión “comunidad internacional” carece de definición jurídica, es un simple término propagandístico cuyo copyright pertenece al gobierno de Estados Unidos (1) y cuyo significado varía según la situación. En general engloba a los países afines a las políticas de Washington, lo que usualmente incluye a los paises europeos, pero no siempre (Alemania y Francia durante la invasión de Irak, Rusia a menudo, etc.) Esto no tendría mayor interés si no fuera por que la prensa reproduce exactamente ese discurso y de ahí a la conciencia colectiva. Sigue el editorial explicando

“los esfuerzos para reconducir las ambiciones nucleares de Teherán y crear un nuevo horizonte en el endémicamente complejo panorama de Oriente Próximo, amenazado por una carrera armamentista nuclear si la República Islámica llega algún día a hacerse con la bomba”

Aquí se ignora olímpicamente no sólo la ausencia total de pruebas de que Irán persiga la bomba sino también el reciente reconocimiento, por parte de los propios servicios de Inteligencia de Estados Unidos, de que Irán no tiene planes para desarrollar armas nucleares al menos desde 2003 (2) Que El País siga con la misma canción no tiene por tanto nada que ver con la realidad sino con seguir alimentando la imagen “amenazante” del gobierno de Irán.

Por otra parte, el diario no pone ninguna objeción a que un estado terrorista como Israel posea tales armas (3). Eso al parecer no supone ninguna amenaza para nadie ni tiene nada que ver con la “complejidad” de la situación en Oriente Medio. Probablemente sí tenga que ver con las excelentes relaciones que tiene el gobierno español con el régimen israelí y los lucrativos intercambios militares entre ambos países (4)(5)

Continúa el editorial sugiriendo al gobierno iraní que tales conversaciones representan “una oportunidad sin precedentes para el entendimiento que Irán no debe desaprovechar” para poder incorporarse “como socio fiable a la comunidad de naciones”. Pero la “oportunidad” no significa ninguna propuesta concreta, sólo que Estados Unidos “se ha plegado a sentarse cara a cara con el viejo demonio”. Sí está claro, en cambio, que el “entendimiento” es equivalente a la renuncia de Irán a desarrollar tecnología nuclear, aunque sea para uso civil. Esa postración absoluta ante su alteza imperial es lo que haría “fiable” a Irán y le permitiría ingresar en la “comunidad de naciones”, que debe ser una especie de “comunidad internacional” de segunda división.

El final del editorial no puede ser más cínico: “Nadie niega el derecho iraní a explorar la vía nuclear con fines pacíficos”, dice el diario pocas semanas después de que la UE ampliará las sanciones ya existentes para que Irán deje de enriquecer uranio (6), sea cual sea su fin. ¿Qué comprensión de la realidad puede tener el lector ante semejantes despropósitos?

Notas:

(1)http://es.wikipedia.org/wiki/Comunidad_internacional

(2)http://www.elmundo.es/elmundo/2007/12/03/internacional/1196710807.html

(3)http://www.rebelion.org/noticia.php?id=46261

(4)http://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/espana-vendio-material-de-defensa-y-doble-uso-a-china-israel-colombia-y-marruecos/

(5)http://www.20minutos.es/noticia/176385/0/espana/misiles/anticarro/

(6)http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7470000/7470139.stm

Fuente: Kaosenlared


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Irán no es la amenaza



por Linda S. Heard



En los últimos años Irán se ha convertido en el blanco de una beligerante campaña organizada por Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña. Este agresivo y nuclear trío ha presionado a otras naciones para que apoyen sanciones contra Irán sin siquiera la más leve prueba de que Teherán pretenda obtener armas nucleares.

Desde 2006 Irán ha sido sometido a tres rondas de sanciones de Naciones Unidas, cada una más dura que la anterior. La Unión Europea (UE), por su parte, está preparando el congelar las reservas y los activos del Banco Melli, el mayor de los bancos iraníes.

¿Y cuál es el odioso crimen que Teherán ha perpetrado, para merecer este trato?

En verdad, Irán no ha hecho nada incorrecto. Bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN), del que es firmante, Irán tiene un "derecho inalienable" a desarrollar, investigar, producir y usar energía nuclear con fines pacíficos, lo cual incluye el derecho a enriquecer uranio.

Pero a causa de los resentimientos de Washington contra el gobierno iraní, y de la decisión de Israel de eliminar rivales potencialmente poderosos en la región, Irán está siendo presionado para que haga dejación de sus derechos.

La posición de Estados Unidos y de sus aliados no sólo está basada en premisas infundadas e injustas, sino que apesta a hipocresía cuando al mismo tiempo se le da luz verde a Israel, un país armado nuclearmente, para que continúe su impresentable política de ambigüedad nuclear, sin ser presionado para que firme el TNPN.

En las raras ocasiones en que a los líderes políticos occidentales se les pregunta sobre esta incoherencia, prefieren cambian de tema, o poner fin a la entrevista, o lanzarse a la demagogia, haciendo mención normalmente a la frase atribuida al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad de "borrar a Israel del mapa", aunque ya saben de sobra que sus palabras fueron mal traducidas. En realidad estos políticos no pueden debatir sobre este tema porque desafía toda lógica.

A la hora de demonizar a Irán, Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña disponen de un mensaje unificado y de unos medios de comunicación complacientes que no parecen haber aprendido nada de sus errores durante la preparación de la invasión de Iraq, y que parecen felices de continuar trabajando como el brazo propagandístico del gobierno estadounidense.

Gracias a estos obedientes altavoces mediáticos, la mayoría de estadounidenses y británicos no tiene ni idea de que Teherán está actuando estrictamente dentro de los derechos que le concede el Tratado de No Proliferación Nuclear.

No saben tampoco que en diciembre pasado un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses concluyó categóricamente que Irán no está desarrollando armamento nuclear, o que el observatorio de vigilancia nuclear, la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que supervisa directamente las instalaciones iraníes, no tiene indicios de que este país esté buscando tener esas armas.

La campaña de propaganda de Occidente es tan efectiva que la mayoría de los occidentales creen que Irán es una amenaza, a pesar de que los hechos señalan más bien lo contrario.

De hecho, el presidente de los Estados Unidos George W. Bush, raramente ha desaprovechado cualquier ocasión presentada durante sus dos mandatos para insultar, condenar y amenazar a Irán, situándolo siempre en su pueril "Eje del Mal".

El candidato republicano a la presidencia, el senador John McCain, dejó clara su posición en su famosa frase "bombardead, bombardead Irán". E incluso su oponente demócrata, Barack Obama, ha prometido "eliminar la amenaza que Irán supone, cueste lo que cueste".
Los líderes israelíes han ido un paso más allá. A comienzos de este mes, el viceprimer ministro de Israel, Shaul Mofaz, ha declarado que un ataque a Irán es "inevitable".

Peor todavía, Israel ha efectuado recientemente unas maniobras militares aéreas sobre el Mediterráneo oriental, en las que ha intervenido más de un centenar de aviones de combate y helicópteros, que, según responsables estadounidenses, son un preludio a un ataque a la planta iraní de enriquecimiento de Natanz.

Un portavoz israelí ha declarado a The Times que Irán "debería leer el aviso", dado que "esto ha sido un ensayo general", y que los iraníes "deberían leerlo antes de seguir con su programa", porque Israel "va a dar los pasos militares necesarios para detener la producción de uranio de Teherán".

¿No deberían tomarse estos hechos como un acto hostil? Se trata sin duda de un acto provocativo y debería tomarse seriamente a la luz de la reciente incursión de Israel en el espacio aéreo sirio para bombardear una instalación militar, y de su ataque de 1981 contra el reactor iraquí de Osirak.

Ruido de sables

El tema clave es saber si Israel está haciendo meramente un ruido de sables para persuadir a Irán a que acepte el último paquete de coacciones de la Unión Europea, o si realmente el asunto va letalmente en serio.

El jefe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Mohammad Al Baradei, parece considerar que va en serio, y ha declarado que si Irán es atacado él dimitirá.

"No creo que lo que he estado viendo en Irán constituya un peligro grave y urgente. Si se lanza un ataque militar contra Irán, me sería imposible continuar en mi trabajo", ha dicho. Y ha avisado de que un ataque de este tipo convertiría a la región en "una bola de fuego".



Linda S. Heard es una escritora especializada en asuntos de Oriente Medio.


Fuente: Gulf News, 1 de julio de 2008 / Information Clearing House
Traducción Observatorio de la Islamofobia


Véase también:

Mark Glenn
Vanunu critica el apartheid de Israel


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Los Estados Unidos son los primeros




por Paul Craig Roberts



¿Qué país es un "estado delincuente"? ¿Iraq? ¿Irán? ¿O los Estados Unidos de América? El columnista Charley Reese se hace esta pregunta en un artículo que acaba de publicar.

Reese señala que es Estados Unidos el país que sistemáticamente está cometiendo "actos de agresión por todo el planeta".

El gobierno de Estados Unidos no tiene escrúpulos en lanzar bombas sobre civiles, sea en Serbia, Oriente Medio o África. Todo es por una buena causa – nuestra causa.

Esta carnicería de poblaciones extranjeras no parece molestar a la opinión pública estadounidense. Los estadounidenses damos por supuesto que los estadounidenses somos superiores, y que los objetivos de Estados Unidos, sean éstos cuales sean, son más importantes que los derechos de cualquier otro pueblo a la vida y a la existencia política independiente de la hegemonía estadounidense.

El régimen de Bush ha ganado popularidad con una doctrina "preventiva" que justifica el atacar a cualquier país del mundo para prevenir que ese país pueda convertirse en una futura "amenaza" a los Estados Unidos. "Amenaza" se ha definido en un sentido muy amplio. Parece significar incluso la capacidad de oponerse a la imposición de la hegemonia USA. Esta demente doctrina justifica incluso el ataque a China y a Rusia, una dirección en la que parece inclinarse el candidato presidencial republicano John McCain.

La insensibilidad de los estadounidenses respecto a las vidas de otros pueblos es estremecedora. ¿Cuántas iglesias cristianas de aquí piden perdón a Dios por haber caído en un error que ha asesinado, lisiado y desplazado a una cuarta parte de la población iraquí?

¿Cuántas iglesias cristianas de aquí piden a Dios mejor guía para nuestro gobierno, para que haga que no se repitan el error y los crímenes atacando a Irán?

La indiferencia de los estadounidenses por otros seres humanos procede del "excepcionalismo americano": la creencia del carácter excepcional de los Estados Unidos, y de que los estadounidenses están bendecidos por la misión especial de imponer sus virtudes al resto del mundo. Como a los revolucionarios franceses, a los estadounidenses no parece importarles cuánta gente puedan matar en el proceso de difundir su excepcionalismo.

El excepcionalismo americano ha hinchado las cabezas de los estadounidenese, llenándolas de chovinismo y engreimiento, y haciendo creer a los estadounidenses que son la flor y nata del mundo.

En su libro "Freedom Next Time", John Pilger muestra el engreimiento completo de los gobiernos estadounidense, británico e israelí, cuyas políticas no están coartadas por ningún principio moral.

Pilger documenta por ejemplo el caso de la desaparición de los habitantes de las islas de Diego García (Océano Indico). Los estadounidenses querían Diego García para una base aérea, por lo tanto los británicos recogieron a los 2000 habitantes, personas con pasaporte británico bajo protección británica, y los deportaron a la isla Mauricio, a unas mil millas de distancia.

Para encubrir este crimen contra la humanidad, el ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth británico creó la mentira de que los habitantes, que vivían en el archipiélago desde hacía dos o tres siglos, eran una "población flotante". Esta mentira, escribió un jurista, sirvió para sustentar "nuestros argumentos de que el territorio no tenía población indígena o asentada".

El primer ministro Harold Wilson y el secretario de Asuntos Exteriores Michael Stewart prepararon juntos el engaño para las Naciones Unidas sobre los isleños deportados, que consistía en "presentar todo como cambios de empleo para trabajadores contratados, no como un reasentamiento de la población".

Todo un pueblo fue deportado. Dos mil personas estorbaban un objetivo estadounidense -una base aérea- por lo tanto nuestros dependientes británicos los deportaron.

Varios millones de palestinos estorban un objetivo israelí. El detallado informe de Pilger sobre el aplastamiento de los palestinos por Israel demuestra que nuestro "aliado democrático" en Oriente Medio es capaz de cualquier atrocidad y no tiene ningún remordimiento o compasión. Israel es un alumno aventajado de las actitudes de los imperios británico y americano hacia los seres inferiores. Simplemente no cuentan.

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Paul Craig Roberts es antiguo Vicesecretario del Tesoro de los Estados Unidos y editor asociado del Wall Street Journal. Una nueva edición de su libro The Tyranny of Good Intentions [La tiranía de las buenas intenciones], escrito en colaboración con Lawrence Stratton, un documentado informe de cómo los estadounidenses están perdiendo sus derechos civiles, acaba de ser publicada por Random House.


Fuente: World View News Service, 3 de julio de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia


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La prensa española obvia el informe de la manipulación de Bush sobre Irak



Este jueves el Senado de Estados Unidos difundía un informe sobre el alcance de la manipulación previa a la invasión de Irak. El Comité de Inteligencia de la Cámara demostró que la administración Bush justificó una guerra, frente a sus ciudadanos y al mundo, exagerando informaciones, obviando otras que contradecían sus puntos de vista y echando mano de datos de inteligencia nada fiables.

Una noticia de pimera plana para cualquier medio. O no. Pocas portadas de prensa escrita se han hecho eco del informe. En España, sólo Público ha llevado a las imprentas este mazazo al gobierno estadounidense. El resto de cabeceras nacionales, han obviado la información, no sólo en sus primeras, sino también en sus páginas interiores. Sólo las versiones digitales de algunos de ellos recogieron el tema a lo largo de la tarde del jueves.

Conclusión inapelable

El informe, emitido por una comisión formada por demócratas y republicanos, compara los principales discursos del presidente y de los miembros de su Gobierno con la información de los servicios de inteligencia que tenían entonces en sus manos.

La conclusión es inapelable: “Antes de involucrar al país en la guerra, este país debía dar a los norteamericanos una imagen precisa al 100%”, explicó Rockfeller. “Lamentablemente, nuestro Comité concluyó que el Gobierno dijo varias cosas que no tenían ningún apoyo de inteligencia”, añadió. En otras palabras, Bush y los suyos mintieron, aunque el informe y los políticos se cuiden de utilizar esa palabra que constituye una grave acusación en Estados Unidos.

Fuente: Público

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La cultura del engaño


por Boaventura de Sousa Santos


El ex secretario de prensa del presidente Bush, Scott McClellan, acaba de publicar un libro titulado Lo que pasó: dentro de la Casa Blanca de Bush y la cultura del engaño en Washington. El furor político y mediático que ha causado es el resultado de dos revelaciones: cuando ordenó la invasión de Irak, la Administración Bush sabía que Irak no tenía armas de destrucción masiva (ADM) y orquestó una poderosa «campaña de propaganda» para llevar a la opinión pública norteamericana y mundial a aceptar una «guerra innecesaria»; los grandes medios de comunicación fueron «cómplices activos» de esa campaña, no sólo porque no cuestionaron las fuentes gubernamentales, sino porque encendieron el fervor patriótico y censuraron las posiciones escépticas contrarias a la guerra.

Estas revelaciones y las reacciones que han causado tienen implicaciones que las transcienden. Antes que nada, es sorprendente todo este escándalo, pues las revelaciones no traen nada nuevo. Las informaciones en que se basan eran conocidas en el momento de la invasión a partir de fuentes independientes. En ellas me basé para justificar en esta columna mi total oposición a la guerra que, además de «innecesaria», era injusta e ilegal. Esto significa que las voces independientes fueron estigmatizadas como ideológicas y antipatrióticas, tal y como hoy criticar a Israel equivale a ser considerado antisemita. En 2001, en Egipto, y antes de que la máquina de propaganda comenzara a devorar la verdad, el mismo Secretario de Estado, Colin Powell, dijo que no había ninguna información sólida de que Irak tuviese ADM.

Esto me lleva a la segunda implicación de estas revelaciones: el futuro del periodismo. La máquina de propaganda del Departamento de Defensa se basó en tres tácticas: imponer la presencia de generales en reserva en todos los noticiarios televisivos con el objetivo de demostrar la existencia de las ADM; tener todos los medios de comunicación bajo observación y telefonear a sus directores o propietarios a la mínima señal de escepticismo u oposición a la guerra; invitar a periodistas de confianza de todo el mundo (también de Portugal) para ser convencidos de la existencia de las ADM y regresar a sus países poseídos por la misma convicción belicista. Vimos eso trágica y grotescamente en nuestro país. La verdad es que en Washington y en todo el país circulaban en los medios de comunicación independientes informaciones que contradecían el brainwashing [lavado de cerebro], muchas de ellas provenientes de generales y antiguos altos funcionarios de la Casa Blanca. ¿Por qué no se les ocurrió a esos periodistas amigos hacer una verificación cruzada de las fuentes como les exigía el código deontológico?

Para el bien del periodismo, algunos de ellos procuraron resistir la presión y sufrieron las consecuencias. Jessica Yellin, hoy en la CNN, y en aquel momento en el canal ABC, confesó públicamente que los directores y dueños del canal la presionaron para escribir historias a favor de la guerra y censuraron todas las que eran más críticas. Un productor fue despedido por proponer un programa con la mitad de posiciones a favor de la guerra y la mitad en contra. Quien resistió fue considerado antipatriótico y amigo de terroristas. Esto mismo ocurrió en nuestro país. ¿Cuántos periodistas no fueron sujetos a la misma intimidación? ¿Cuántos artículos de opinión contrarios a la guerra fueron rechazados? ¿Y los que escribieron propaganda e intimidaron a subordinados alguna vez se retractaron, pidieron disculpas, fueron cesados? Ellos colaboraron para que un millón de iraquíes resultaran muertos, decenas de miles de soldados norteamericanos heridos y muertos y para que un país fuera totalmente destruido. Todo esto ha tenido un precio, no el de la democracia —es ridículo concebir como democrático este estado colonial y más fracturado que Somalia— pero sí el del control de las reservas de petróleo del Golfo y la promoción de los intereses del petróleo, de la industria militar y de reconstrucción en la que los dueños de los medios de comunicación tienen fuertes inversiones.

Para disimular el problema moral de los cómplices de la guerra y la destrucción, un comentador de derechas de nuestro país se valió recientemente de la más desconcertante y desesperada justificación de la guerra: si no había ADM, por lo menos había la convicción de que existían. Ahora el libro de McClellan le acaba de retirar este argumento. ¿De cuál se servirá ahora? Lo trágico es que la «máquina» de propaganda continúa montada y ahora está dirigida a Irán. Su funcionamiento será más difícil y lo será aún más si los periodistas tienen mejores condiciones para cumplir su código deontológico.

Traducción de Antoni Jesús Aguiló y Àlex Tarradellas
Fuente: Rebelión, 6 de junio de 2008



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Jon Sistiaga en el Disneyland iraquí

Sobre el reportaje de televisión de un periodista empotrado en el ejército estadounidense


Angeles Díez Rodríguez



El lunes 10 de diciembre se emitió en el Canal Cuatro el reportaje elaborado por el periodista Jon Sistiaga sobre la situación en Iraq. Se trataba de un documental anunciado a bombo y platillo y al más puro estilo hollywoodiense. Toda la maquinaria PRISA anunció el evento de la noche: entrevista en El País, apertura de un foro en Internet para que Jon contestara a los internautas después de ver el reportaje, varios periódicos web repican entrevistas a Sistiaga, por supuesto la página web del Canal Cuatro, entrevistas en la Ser, el periódico gratuito ADN le hace una entrevista que se publica on line, Caja Madrid.com le dedica su crónica social, la Fundación Telefónica a través de su red educativa virtual (Educared) y en Campusred (periodico digital de la universidad) se ocupa de Sistiaga y también otros grupos mediáticos se hacen eco, como El Mundo que anuncia el reportaje. Ese mismo día El País dedica dos páginas completas de la sección de Internacional a un reportaje escrito de Jon Lee Anderson, también reportero de guerra, al “conflicto de Iraq” con el encabezamiento “En las entrañas de la guerra”, la primera parte del reportaje fue publicada el domingo.

Todo este despliegue puede parecernos habitual, normal, una estrategia típica de las empresas mediáticas para ofertar sus productos estrella, ya sean noticias, reality shows o películas. Pero no por estar normalizadas las estrategias de marketing hemos de renunciar a preguntarnos por los objetivos perseguidos y por sus efectos. Porque, efectivamente, los intereses económicos hacen de los productos periodísticos unas mercancías sujetas a las lógicas del mercado, pero cuando los poderes económicos y los poderes políticos coinciden es necesario indagar más allá de las razones del mercado. El profesor Serge Halimi recoge el chiste periodístico según el cual la diferencia entre un médico y un periodista es que el primero envenena a uno por vez, mientras el segundo envenena a millones al mismo tiempo; y nos dice, no se trata de un chiste sino de una realidad estructural, inherente al mundo de los medios. Es por esta verdad estructural -que convierte a los medios de comunicación en algo más que corporaciones dedicadas al beneficio y les asigna el papel de maquinarias de guerra-, decimos que por esta razón es necesario ocuparse con algo más de detenimiento del reportaje de Sistiaga.

Con sólo analizar el anuncio publicitario de El País podríamos hacerles algunas sencillas preguntas: ¿Por qué ahora este reportaje sobre Iraq? ¿A qué se debe que a un periodista se le permita pasar diez días con el ejército estadounidense? ¿Cómo es posible que un periodista que estuvo a punto de ser asesinado, como su compañero José Couso, por el ejército estadounidense se preste a convivir con ese mismo ejército?

El anuncio, que ocupa toda una plana, está dividido en dos. La primera parte muestra a dos soldados parapetados detrás de sus armas mirando por los visores como a punto de disparar, la foto está tomada desde un lateral y dos haces de luz blanca vertical nos indican que se trata de una instantánea en la que el fotógrafo se ha visto obligado a tomar un contraluz; es además un contrapicado (desde abajo), lo que señala que el fotógrafo estaba agachado al lado de los tiradores. Inmediatez y riesgo son las connotaciones de la foto. La cabecera del la foto es el título del reportaje: “Sargento: ¿a qué estamos disparando?” El texto es el anclaje de la foto, nos dice que se trata de un ejército (sargento), y la situación es de peligro (disparos) pero la pregunta está dirigida no al sargento, sino al lector, incitándole a querer saber más, a tratar de contestar, es decir, a ver el reportaje. La pregunta en sí misma es significativa, los soldados le preguntan al sargento “a qué” le disparan, no a “quién”, cuando es más que evidente que los soldados disparan a seres humanos no a cosas. Pero de esta forma, el título del reportaje neutraliza el imaginario y el efecto de la foto: soldados armados disparando.

A la parte segunda del anuncio llegamos conducidos por uno de los haces de luz blanca que va directamente hacia la cabeza de Jon Sistiaga que aparece vestido con una blusa azul celeste, sonriente, con los brazos cruzados, mirando al espectador y con un reluciente reloj negro. Las connotaciones de esta foto son de tranquilidad a pesar del fondo rojo ya que la expresión del periodista es relajada, afable; no va vestido como un reportero de guerra sino como un modelo que podría estar posando para un anuncio de relojes o de ropa del Corte Inglés. Al lado del periodista el texto va dando las claves de lo que se espera del lector, que vea el reportaje, es decir, que se convierta en audiencia, que su implicación, su acción sea la de mero espectador: “Practica cuatro”, dice el texto. En letras grandes la cita: “Hoy a las 22h00”, después la indicación del espacio donde se emitirá: “Especial Noticias Cuatro”; el espacio nos señala el carácter de lo que verá el espectador: “noticias”, actualidad, pero además “especial”, es decir, algo único, singular. Es la mejor forma de hacer vendible un producto: actual y único. Después se repite el título del reportaje, por si algún lector ha perdido la pista de lo que debe buscar, y finalmente el párrafo con la sipnosis de lo que verá: “Jon Sistiaga ha convivido durante diez días, en primera línea de fuego, con una unidad del ejército estadounidense en Iraq”. Ya tenemos con la sinopsis el cartel completo, las claves del producto: el héroe se llama Jon Sistiaga, el español intrépido y arriesgado que está en primera linea de fuego, el peligro se llama Iraq. No aparecen ni la palabra guerra ni ocupación, sólo se sugiere el conflicto con las palabras ejército y primera línea de fuego. De esta forma se evita dar nombre al conflicto, y sobre todo hablar de la ocupación. Se habla de "convivencia" en vez de "periodista empotrado" que es la terminología apropiada para un periodista que se incorpora a una unidad del ejército, que es protegido por este ejército y que ve, filma y cuenta lo que el ejército en el que se empotra consiente. Utilizar este término hubiera sido contraproducente para determinada audiencia “progre” y hubiera descalificado a Sistiaga que de ser un periodista independiente en los primeros días de la guerra habría pasado a ser un periodista en las filas del invasor. Además, se consigue descontextualizar el reportaje, evitar que se confunda con los reportajes que hicieron en su día los famosos periodistas empotrados en el ejército invasor.

Sin ver el reportaje ya tenemos un abanico amplio de preguntas y respuestas sobre la composición química del producto que recibirán nuestras mentes, por lo menos en el aspecto de ser una mercancía con bajos costos de producción y con una rentabilidad garantizada a través de una postproducción amplia y eficaz.

Una de nuestras preguntas iniciales era por qué ahora tantos reportajes sobre Irak y por qué este en concreto en los medios “progres” o de influencia PRISA. A menos de tres meses de las elecciones parlamentarias en nuestro país alguien podría pensar que sería una buena idea hablar de Iraq, ya que algo tuvo que ver en la decisión de votar contra el PP de mucha gente de izquierdas. También podría ser una sugerencia de los propios estadounidenses que se sienten tan maltratados por el sentimiento antinorteamericano de la población del reino de España. O podría ser una sugerencia del propio Canal Cuatro, o del grupo PRISA, bien vista por la embajada estadounidense. Puede que haya sido una idea del propio Sistiaga, en busca de notoriedad, reconocimiento personal, o simple cuestión de honorarios; pero de lo que no caben dudas es de la coincidencia de los intereses de Sistiaga con los intereses Canal Cuatro (grupo PRISA), los del gobierno español y, desde luego, los de Estados Unidos, con tan mala prensa entre la población española.

Por otro lado, para incidir en las mentes bienpensantes que se opusieron a la guerra de Iraq y que albergan ese sentimiento antiestadounidense tan resistente ¿quién mejor que Jon, que estuvo a punto de ser asesinado por el ejército estadounidense que mató a su compañero José Couso el 8 de abril del 2003? ¿Quién mejor que un tipo de prestigio entre sectores de izquierda que publica libros en homenaje a su compañero José Couso? Ciertamente, a Jon había que buscarle una coartada, o la buscó él, para que pudiera contar lo que tenía que contar sobre el ejército estadounidense sin que cayera su credibilidad, por eso el propio Sistiaga ha insistido hasta la saciedad en todas las entrevistas que le han hecho en que “era la única forma de que un periodista pueda entrar hoy en una zona convertida en un avispero: empotrado al ejército estadounidense que está en primera línea del conflicto”; poco importa si la gente sabe o no que a día de hoy hay muchos otros periodistas que están cubriendo lo que ocurre en Irak sin estar empotrados, pero eso es otra historia. Lo importante es que Jon era la persona ideal para su canal de televisión y para los intereses estadounidenses que aceptaron, integraron, guiaron a Jon y supervisaron su trabajo. De hecho, en una de las entrevistas que le han relizado afirma que iniciará el año en Estados Unidos, en Kentucky, para hacer un reportaje sobre la cultura de las armas en la sociedad estadounidense.

Si un periodista “convive” con un ejército no es probable que vaya a ser crítico con sus anfitriones, por el contrario, tratará de mostrarles como seres humanos, capaces y considerados, no en vano su propia vida depende de ellos. En cualquier caso el punto de vista, el lugar desde el que se toma la foto, es clave para entender qué nos están contando y por qué.

Cuando vimos el documental la mayoría de nuestras suposiciones se convirtieron en certezas. El principal componente químico del reportaje: la humanización del ejército estadounidense. Vimos desfilar a jóvenes normales, interesados por la música, los videojuegos, amantes de sus familias, etc. eso sí, algo confusos pero porque la situación es muy confusa, según Sistiaga: está el terrorismo de Al Qaeda, las resistencias patrióticas o nacionalistas, las milicias tribales (suníes, chiis...), las peleas entre las milicias….; en fin, los soldados están "confusos" pero el propio periodista parece que no tiene entre sus objetivos investigar ni aclarar nada a sus espectadores; es más, lo mejor es que se sientan como los propios soldados: confusos. O que acepten, como deberían hacer los iraquies, que hay un enemigo común: “el terrorismo de Al Qaeda” que es quien pone bombas en mercados y al lado de las casas de la gente corriente.

Claro, tragar esa patata caliente de los soldados “haciendo labores humanitarias” es difícil para la audiencia con cierto sentido crítico y, no olvidemos, bastante anti-americana, así que de vez en cuando el periodista se pone delante de la cámara para contarnos que en realidad los iraquies que aparecen están asustados, que los soldados han disparado al señor que daba de comer a los pájaros en la azotea no por error sino porque le disparan a todo lo que se mueve en los tejados, nos dice que él le cuenta a un soldado que en Iraq antes no había tanta violencia y que había menos muertos, y que el soldado se sorprende. En fin, Jon trata de convencernos timidamente, con sus apostillas, de que él está allí como empotrado porque es la única forma de hablar de Iraq en estos momentos pero que en realidad el está en contra de la ocupación. Así, mientras todas las imágenes que vemos son las de un ejército en tareas humanitarias, haciendo explosionar coches bomba que los vecinos detectan, buenos chicos, un poco ignorantes pero buenos, el periodista pone una sombra de duda en lo que vemos para hacernoslo más verosimil.

Siguiendo los patrones de los clásicos de Disney, apenas nos mostrará escenas cruentas, sólo lejanas explosiones, soldaditos que caen en la distancia; de la población civil veremos una herida en el brazo de un iraki que ha sido confundido y tiroteado pero al que los propios soldados atienden y curan. Las casas que se fuerzan son las que están vacías, la gente se ha ido –probablemente "cristianos asustados", dice un soldado recogiendo fotos del suelo-, los niños les saludan, los vecinos se prestan a colaborar en lo que piden. Por supuesto, no hay sangre, no hay entrevistas a los iraquies, no hay desesperación, no hay imágenes de víctimas civiles visibles, no hay vida cotidiana angustiosa, no hay terror, no hay torturas. Si uno se fija sólo en las imágenes de este reportaje parece que por no haber no hay ni siquiera ocupación, a lo sumo, un problema de "terrorismo" que los soldados estadounidenses están ayudando a solucionar. Curiosamente casi no existen ni los mercenarios, son imágenes fugaces, en el reportaje de Jon, las únicas empresas que están en Iraq son las franquicias que tratan de hacerles la vida más agradable a los soldados, por ejemplo las hamburgueserías donde tratajan empleados de Indonesia, Paquistán …

El otro componente químico del reportaje es, como no, el terrorismo. Es el problema real de Iraq, lo que lleva a muchos iraquíes a aliarse con los estadounidenses, lo que lleva al espectador a solidarizarse con el ejército. Jon nos muestra el dolor de los soldados en el funeral de uno de sus compañeros, los civiles heridos por los estadounidenses son, ya es un clásico, "errores". Jon nos dice que hay muertos civiles, claro, pero no nos los puede enseñar, él está allí para hablarnos de los soldaditos estadounidenses. Los soldaditos no saben lo que hacen, solo cumplen su deber, como hacen los buenos chicos que obedecen a sus padres; pero incluso los sargentos cumplen su deber, el que tienen con su patria, y cuidan a sus soldados, les acompañan en las patrullas, les dan ánimos. Las pequeñas contradicciones de esos buenos chicos que son cristianos al tiempo que salen a matar son resueltas por el capellán de la unidad: "salen a hacer su trabajo". Los mandos tratan de definir quienes son los malos para que sus chicos no se confundan tan a menudo pero claro con una definición tan vaga “al-Qaeda” en la que entra cualquier resistencia a la ocupación pues es difícil. Así que, como en las malas películas de Hollywood, a los malos ni se los ve, son los de al-Qaeda, o son la resistencia, o a los que se mata sin más con una etiqueta a posteriori, son, por definición, los otros. Lo que tiene que quedar claro -así lo dice uno de los sargentos-, es que "los buenos somos nosotros". Y con toda naturalidad las víctimas acaban siendo los soldados estadounidenses, a los únicos que vemos en sus ataúdes, a los únicos que vemos ser abatidos.

El “especial noticias Cuatro” está dirigido como es habitual en las empresas de este grupo, a una audiencia especial que se autodefine de izquierdas, o no conservadora. Para ella se elaboran productos adecuados, light, dietéticos, con poca grasa, pocas vísceras y muy individualizados. El héroe no podía ser el ejército estadounidense porque quedaría fatal y poco digerible en el contexto español así que el héroe es el periodista que hace sus apariciones estelares delante de la cámara vestido de ninya y como hablándonos en secreto para convencernos de que está corriendo peligro su vida. Pero en el fondo, todo el discurso implícito y explícito del reportaje encaja en la posición ideológica del grupo PRISA que en plena guerra se expresaba en un editorial de El País (02/03/2003)con el siguiente titular “Descontrol militar” y nos decía que “más de medio centenar de ciudadanos iraquíes desarmados han muerto en las últimas 48 horas en un control de carretera norteamericano y en dos bombardeos”. Para el editorial se trató de “esos errores siniestros” que podían hacer peligrar la imagen de los soldados norteamericanos haciendo que parecieran invasores cuando en realidad eran “soldados enviados a liberar al pueblo iraquí de la dictadura de Sadam”; y continuaba el titular diciendo que “Aunque se trate de hechos ocurridos en el marco de una situación de guerra, es necesario que una investigación establezca las responsabilidades, precisamente porque Estados Unidos no es una dictadura como la de Sadam”. También en el reportaje de Sistiaga los soldados son seres confusos que cometen "errores" pero las intenciones son las mejores, las mismas que permiten a los periodistas empotrados producir las coartadas para los invasores: la libertad y la democracia.

La última pregunta que nos hacíamos ¿Por qué se presta un periodista que vió asesinar a su compañero José Couso por un disparo del ejército nortemericano? Aquí hay que tomar al pie de la letra la respuesta de Jon a Eldiariomontanes.es: “Soy un profesional de la información y quería reactualizar un conflicto latente”. Los profesionales qué hacen: su trabajo, como los soldados. Aparentemente no hay ideología por medio, no hay posicionamiento con unos o con otros, aparentemente. Pero todos sabemos que la realidad es la contraria, nadie trabaja sin ideología, nadie vive sin ella, y no es lo mismo trabajar curando a un enfermo que disparando o torturando, y quien se dedica a informar es responsable de lo que cuenta y de los efectos de lo que cuenta. Jon nos dice que no ha tenido censura en su reportaje, lo cual nos hace pensar que comparte plenamente la ideología de quienes le han pagado, de quienes le han autorizado y de quienes han considerado que la mercancía producida por Jon era de alto valor económico e ideológico como para pagar por ella un alto precio, y para darle la difusión correspondiente. Entre estas empresas e instituciones benefactoras incluyo al ejército estadounidense y al gobierno español que, mientras financian y alientan estos productos mediáticos obstaculizan todo lo posible la actuación de la justicia en el esclarecimiento del caso Couso. Al mismo tiempo, actualizar un conflicto latente, es también un objetivo compartido entre Jon y sus pagadores, porque puestos a actualizar, hay que hacerlo en la dirección adecuada; que la gente recuerde que el PSOE nos sacó de Iraq, pero que los estadounidenses no son tan malos en el fondo y que tampoco son tan reaccionarios y, sobre todo, que nadie se ponga a hacer historia, que a nadie le de por hablar de la ocupación que continúa, de Abu Graib, de los más de medio millón de civiles iraquíes asesinados, de la negativa del ejército estadounidense a colaborar con la justicia española, de Guantánamo, de los soldados españoles en Afganistán, etc. En definitiva, el producto que emitió Canal Cuatro el día 10 está en perfecta sintonía con los lemas del grupo PRISA: Informar, educar y entretener; es decir: dominar y vender, que viene a ser como el evangelio del capital.

Fuente: Rebelión, diciembre de 2007