Asesinato premeditado de un bebé por el Ejército de Israel en un asalto a una casa de Gaza



Defence for Children International



El 4 de marzo de 2008 tanques israelíes con cobertura aérea de helicópteros rodearon el hogar de Yusef S., un luchador palestino buscado, cerca de Jan Yunis en el sur de Gaza. Durante varias horas, los soldados israelíes dirigieron el fuego de sus armas contra la casa y sus ocupantes, incluidos 15 niños, y los sometieron a trato cruel, inhumano y degradante. Durante el asalto, los soldados israelíes dispararon contra civiles desarmados, incluidos los niños, mientras éstos seguían las órdenes de salir de la casa. Este acto atroz costó la vida a Amira, de veinte días de edad, que fue disparada en la cabeza mientras se encontraba en brazos de su madre. Defence for Children condena con toda energía el asesinato premeditado de civiles, que constituye un crimen de guerra bajo las leyes humanitarias internacionales.

Descripción del incidente


El 4 de marzo de 2008, Jaled A. y su esposa Nadia llegaron a casa de su amigo, Yusef S., en Abu Al-Agin, cerca de Jan Yunis en el sur de Gaza. Venían a visitar a la madre de Yusef, Alia, que sufría de insuficiencia renal y había sido recientemente hospitalizada. Con ellos se encontraban sus dos hijas: Nadin, de dos años, y Amira, que sólo tenía veinte días de vida.

Varios miembros de la familia de Yusef se encontraban también en la casa ese día: su madre Alia (76 años), su esposa Aziza (43 años), y sus hijos Mu'az (17 años), Alia (16 años), Omar (15 años), Iman (13 años), Shaima (12 años), Mohammed (11 años), Nevin (7 años) y los gemelos Hasan y Husain (5 años). El hermano de Yusef, Mahmud, también estaba allí con sus hijos Bilal (15 años), Faten (14 años), Tariq (13 años) e Iyad (11 años). En total había 15 niños en la casa ese día.

Cuando Jaled y su familia llegaron a la casa de Yusef, los hombres, mujeres y niños se sentaron juntos en la sala durante aproximadamente media hora. Pasadas las seis de la tarde, Jaled, Yusef, Mahmud y los niños se cambiaron al diwan, una zona para sentarse los hombres, para cenar. El diwan estaba fuera de la casa, aproximadamente a ocho metros de la vivienda. El sol se había puesto poco antes de las seis y estaba oscuro fuera. Cuando comenzó el cerco, los hombres y los chicos estaban cenando en el diwan mientras las mujeres y las chicas estaban en la sala dentro de la casa.

Mientras cenaban dentro, las mujeres oyeron sonidos de disparos y de un helicóptero que se acercaba. El sonido venía del oeste de la casa donde las mujeres y las niñas estaban sentadas. Las mujeres inmediatamente juntaron a las niñas y corrieron hacia la cocina en la parte norte de la casa para protegerse. Nadia llevaba a la bebé Amira en sus brazos.

Aproximadamente al mismo tiempo, los hombres oyeron un extraño sonido y Yusef le dijo a su sobrino Iyad que fuera a ver qué pasaba. Iyad se asomó a la puerta del diwan y gritó que veía tanques. Jaled corrió a la puerta donde también vio a los tanques acercándose por el lado oeste de la casa. Jaled corrió con los niños hacia la casa. Yusef corrió en dirección opuesta, lejos de la casa. Jaled informó que había recorrido una distancia de unos metros cuando comenzó una lluvia de disparos. Se lanzaron a tierra para evitar ser alcanzados por el fuego y se arrastraron hacia la casa. Cuando entraron en la casa, Jaled vio un tanque por una de las ventanas; estaba parado en el lado oeste. Corrió hacia la cocina donde estaban las mujeres y los niños agachados en el suelo. Entonces Jaled se dio cuenta de que Iyad había sido disparado en el brazo y que sangraba abundantemente. Jaled agarró con fuerza el brazo de Iyad para cortar la sangre y con su otro brazo rodeó a su hija Nadin.

Un fuego a discreción y sostenido de los soldados israelíes continuó desde todas las direcciones y las balas volaron dentro y fuera de la casa. De acuerdo con declaraciones de testigos oculares recogidas por Defence for Children International, los soldados ni ordenaron a los ocupantes salir de la casa y rendirse ni hicieron ninguna advertencia previa antes de comenzar a disparar. Los testigos oculares suministraron más testimonios en el sentido de que los ocupantes de la casa estaban desarmados y no intercambiaron disparos con los soldados israelíes.

Después de bastantes minutos más de intenso tiroteo, una voz en mal árabe dijo por un megáfono: "Todos abandonad la casa, jóvenes y viejos, abandonad la casa". El soldado repitió su orden tres veces. Desde el interior de la cocina Nadia podía ver la puerta principal de la casa, que estaba abierta, y los soldados de pie fuera. Aziza, la mujer de Yusef, le dijo a Nadia: "Tú llevas un bebé, sal primero para que sientan simpatía por nosotros". Nadia salió primero de la cocina con el bebé Amira en sus brazos. Amira estaba envuelta en una tela blanca, su cabeza era claramente visible. Tras Nadia iba Aziza, que llevaba a su hija Nevin, y después la sobrina de Yusef Faten, de 14 años. Jaled y el resto de los niños y niñas se quedaron en la cocina. Antes de salir de la cocina, las mujeres gritaron juntas: "Ya salimos, ya salimos", y el soldado respondió por el megáfono "Salir uno por uno".

Cuando Nadia salió de la cocina a la sala vio los soldados justo al otro lado de la puerta de la casa. Algunos estaban echados en el suelo sobre sus estómagos mientras otros tenían una rodilla en tierra, todos con sus armas apuntándola. Los soldados llevaban cascos equipados con prismáticos de visión nocturna. Uno de los soldados apuntó el láser rojo que salía de su arma sobre la bebé Amira y lentamente lo movió a lo largo del cuerpo de la niña. El soldado con el megáfono preguntó: "¿Qué llevas en las manos?". Faten, la sobrina de Yusef, respondió "katen!" que en hebreo significa "un bebé", repitiendo la palabra muchas veces. Otro soldado dirigió un brillante haz de luz sobre Nadia y su niña pequeña, encendiéndolo y apagándolo muchas veces. Al mismo tiempo, Nadia procedía lentamente a salir de la cocina hacia la sala. Estaba sólo a un metro más allá de la puerta de la cocina cuando los soldados israelíes, que estaban a algunos metros, abrieron fuego sin aviso o provocación.

En la cortina de fuego Nadia fue alcanzada en el brazo derecho. Sujetó a Amira con su brazo izquierdo y se volvió hacia la cocina, siguiendo a los demás. Jaled tomó a Amira de los brazos de su esposa. Informa de haber visto en este momento que la cabeza de Amira estaba llena de sangfre y que parecía muerta. Le pasó el bebé a Faten para atar el brazo de su mujer para intentar cortar la hemorragia. Muy preocupada por su hija, Nadia preguntó por Amira, pero Faten le dijo que no se preocupara, que la niña estaba bien. La situación en la cocina era de caos y conmoción. Las mujeres y los niños gritaban de pánico, mientras la lluvia de disparos continuaba dentro de la casa. Varios minutos después, el fuego cesó y el soldado una vez más ordenó por el megáfono en un mal árabe: "Abandonad la casa o la bombardeareamos". Sin otra opción, el grupo emprendió la salida de la cocina. Faten seguía a Nadia con Amira todavía en sus brazos.

Una vez que salieron de la casa, los soldados ordenaron a las mujeres y a los niños que se sentaran en el suelo. Esposaron a Jaled, Mu'az (17 años), Bilal (15 años) y Omar (15 años) y los sentaron en el suelo dando la espalda a las mujeres y los otros niños. Los soldados entonces comenzaron a propinarles una paliza, golpeándolos con sus armas y dándoles patadas, mientras las mujeres y los niños miraban. Los testimonios de dos testigos oculares indican que los soldados golpearon a los dos muchachos más pequeños, Bilal y Omar, más que a los otros. Jaled intentó razonar con los soldados en hebreo, diciéndoles que su mujer estaba herida y necesitaba ayención médica. Los soldados contestaron insultándole a él y a su mujer. Un soldado, que estaba agachado en el suelo cerca de Nadia, se rió y la insultó porque gritaba de dolor y de miedo. Nadia ha contado que cada pocos minutos un soldado se acercaba y disparaba al suelo alrededor de donde estaban sentadas las mujeres y los niños, después se reía y se alejaba.

Mientras Jaled y los tres chicos eran golpeados, un soldado les ordenó que se quitaran las ropas. Se quitaron sus camisas y pantalones mientras los soldados continuaban pegándoles. Otro soldado entonces les ordenó que se quitaran la ropa interior, pero Jaled se negó porque se hallaban en presencia de mujeres. El soldado les ordenó otra vez que se quitaran la ropa interior, amenazándoles con matarlos si no lo hacían. Cuando se negaron de nuevo, el soldado comenzó a abrir fuego contra el suelo alrededor de sus piernas. Jaled y los chicos sufrieron más palizas por al menos otra media hora. En un momento Jaled oyó decir a uno de los soldados a otro en hebreo: "Vamos a matarlos, y así terminamos ya".

Al mismo tiempo, otros soldados continuaban disparando dentro y alrededor de la casa. Nadia y Aziza les gritaron repetidamente que dentro de la casa había todavía una mujer mayor que no podía andar. Un soldado respondió: "Dile que salga". Nadia repitió: "No puede andar". Los disparos cesaron por un momenro y Nadia y Aziza llamaron a Alia, diciéndole que saliera afuera. Tras largos minutos, Alia apareció en la puerta, arrastrándose por el suelo. Los soldados la colocaron en el suelo con las mujeres y los niños. Nadia contó que Alia estaba aterrorizada y en pánico.

La declaración de Mu'az (17 años) revela que los soldados israelíes le sometieron a un trato especialmente duro cuando supieron que era el hijo de Yusef, tras hacerle que él mismo se identificara. Los soldados vendaron los ojos de Mu'az, todavía desnudo de su camisa y pantalón, y le obligaron a volver dentro de la casa mientras ellos buscaban en el interior. Un soldado lo agarró por el pelo y lo empujó dentro de la casa. Una vez dentro, Mu'az pudo oir el sonido de varios soldados buscando por la casa. Un soldado le preguntó: "¿Dónde están las armas?", y presionó el cañón de su fusil contra su nuca. Cuando Mu'az respondió que no había armas en la casa, el soldado le pegó, golpeándole en el abdomen. Tras el registro, los soldados lo condujeron fuera de nuevo, donde estaban retenidos Omar, Bilal y Jaled.

El asedio duró otra media hora hasta que unos jeeps militares israelíes llegaron a la escena. Los soldados ordenaron a Jaled y a Mu'az que se vistieran, les vendaron los ojos y los colocaron en jeeps separados. Los jeeps se marcharon primero, llevándose a Mu'az y a Jaled, después el helicóptero, los tanques y los soldados que quedaban. En el jeep militar israelí Mu'az relata que los soldados le trataron a punta de pistola y le atormentaron. Un soldado le dijo mientras se reía: "Tu padre está muerto. Nosotros lo hemos matado. Está por allí", señalando el terreno.

Tras esperar bastantes minutos para asegurarse de que los soldados no volvían, Nadia reunió a los niños y comenzaron a caminar para encontrar ayuda. Aziza se quedó atrás con su madre Alia. Nadia y los niños caminaron aproximadamente 15 minutos hasta que llegaron a una casa donde pudieron recibir asistencia médica. Una ambulancia llegó poco después e inmediatamente llevó a los heridos al hospital Shuhuda Al-Aqsa, donde se diagnosticó a su llegada que Amira había muerto. Aquí es donde Nadia fue consciente de que su niña había sido asesinada. Esa misma noche, Nadia fue operada en su brazo derecho y fue dada de alta en el hospital varios días después.

Según el informe médico al que tuvo acceso Defence for Children International, Nadia todavía necesitaba tratamiento médico muchas semanas después del incidente. En los días en que se recogieron las declaraciones de los testigos presenciales, algún tiempo después del ataque, Iyad de 11 años todavía se recuperaba en el hospital de la herida de arma de fuego en su brazo, y sufría severo desorden post-traumático (SDPT), siendo incapaz de recordar los sucesos o siquiera poder hablar sobre ellos. Su hermana Faten, de 14 años, muestra tamnién claros síntomas de SDPT tras tener en sus brazos y llevar el cuerpo sin vida de Amira la mayor parte del asedio. Defence for Children International supo también que la madre de Yusef, Alia, de 76 años, murió varios días después del asedio. El estrés físico y emocional sin dida afectó decisivamente su ya precaria salud. Tras el asalto, los miembros supervivientes de la familia de Yusef se mudaron a la casa de unos parientes ya que su propia casa sufrió graves daños debido a los impactos de munición pesada. Defence for Children International supo después que varios días después del asalto, los militares israelíes demolieron la casa cercana de otro pariente de Yusef. La familia de Yusef ha vuelto después a su casa a pesar de que los daños exteriores continúan.

Ejecución extrajudicial

De acuerdo a los datos hechos públicos por el Centro pro Derechos Humanos Al-Mezan de Gaza, hay suficientes pruebas de que Yusef fue víctima de una ejecución extrajudicial tras escapar de su casa aquella tarde. Al-Mezan informa de que los vecinos descubrieron el cuerpo de Yusef en una zona despoblada, a unos 150 metros de su casa, sobre las diez de la mañana del día siguiente al asalto (5 de marzo). Tenía una herida de bala en el pecho y su cráneo estaba aplastado. Las evidencias señalan que un vehículo pasó por encima de él cuando ya había sido herido de bala y yacía en el suelo. Al-Mezan condena el asesinato de Yusef y señala las semejanzas del caso con otro en 2001 cuando dos marinos palestinos que habían sido heridos y no representaban ninguna amenaza directa fueron deliberadamente asesinados mediante aplastamiento por vehículos militares israelíes.

Asesinato premeditado de civiles

Los soldados israelíes usaron armas letales contra la familia de Yusef y sus amigos, lo que era totalmente injustificado por necesidades militares en esas circunstancias. No mostraron ninguna intención de tomar precauciones para evitar o minimizar el daño a los civiles, especialmente a los niños. Testimonios oculares recogidos por trabajadores sobre el terreno de Defense for Children International revelan que los soldados israelíes dispararon intencionadamente sobre estos civiles, incluidos los niños, incluso aunque obedecieron sus órdenes de salir de la casa sin resistencia. Los trabajadores sobre el terreno de Defence for Children International también indican que pese a estar envuelta en una tela, la cabeza de Amira era claramente visible para los soldados. Los soldados estaban a aproximadamente unos ocho metros de Nadia y su hija, y estaban equipados con prismáticos de visión nocturna y reflectores que acrecentaban sus capacidades de visión. Cuando preguntaron a Nadia qué llevaba en sus brazos, una de las niñas respondió clara y repetidamente "katen", "bebé" en hebreo. A pesar de ello los soldados abrieron fuego contra la mujer y el bebé.

Como firmante de la Cuarta Convención de Ginebra, Israel tiene el deber legal de proteger a los civiles que no están tomando parte activa en hostilidades, especialmente si están heridos o enfermos. De entre la familia y los invitados en casa de Yusef, 15 eran niños, a los que se garantiza una protección especial según las leyes internacionales. Como firmante de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (UNCRC en sus siglas en inglés), Israel está obligado por ley a respetar el "derecho inherente a la vida" de cada niño y a "asegurar la supervivencia y el desarrollo del niño". Sin embargo los soldados no tuvieron ninguna consideración con el estatus de los ocupantes de la casa, y no se tomó ninguna medida de precaución antes de abrir fuego para ahorrar daños a los civiles, y especialmente a los niños, que podían estar dentro.

Para la legislación humanitaria internacional, las muertes de civiles que son intencionadas y no justificables por necesidades militares se consideran crímenes de guerra. El "asesinato premeditado" de personas o el "causar premeditadamente serios daños al cuerpo o a la salud" de personas civiles constituye una grave infracción de la Cuarta Convención de Ginebra (Artículo 147), por la cual los responsables pueden ser juzgados como criminales. Todos los firmantes de la Cuarta Convención de Ginebra están bajo la obligación legal de buscar a las personas que se dice que hayan cometido, o que hayan ordenado cometer, tales graves infracciones, y o bien llevarlas ante sus tribunales, o bien ejercer la jurisdicción universal y llevarlas a juicio en otro país firmante de la Convención (Artículo 146).

Tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes


Una vez que ya habían salido de la casa, los soldados israelíes aterrorizaron y amenazaron deliberadamente a las mujeres y a los niños, disparando contra el suelo alrededor de ellos y riéndose de su miedo. Aún más, los soldados israelíes sometieron a Jaled y a los hijos de 17 y 15 años de Yusef, así como a su sobrino de 15 años, a un trato degradante y humillante, obligándolos a quitarse la ropa y a sufrir palizas delante del resto de la familia. Mu'az fue víctima especial de crueles abusos físicos y psicológicos por estar relacionado con un combatiente buscado. Cuando los soldados identificaron a Mu'az como el hijo mayor de Yusef, lo obligaron a entrar otra vez en la casa y lo amenazaron y lo maltraron físicamente, para intentar obtener información sobre las armas que ellos decían que había dentro. Luego Mu'az fue llevado a punta de pistola a un jeep militar donde los soldados llevaron a cabo actos de maltrato psicológico.

La Convención de las Naciones Unidas Contra la Tortura (UNCAT en sus siglas en inglés), de la que Israel es firmante, define tortura como actos perpetrados por personas que actúan con poderes oficiales y que intencionadamente infligen dolor o sufrimiento "con el propósito de castigar a una persona por algún hecho que ella u otra persona haya cometido o sea sospechosa de haber cometido" (artículo 1). Como parte firmante, Israel también tiene la obligación por ley de proteger a los niños de "trato cruel, inhumano o degradante".

Demoliciones de viviendas

El ejército israelí lleva a cabo frecuentes demoliciones de hogares como parte de sus operaciones militares, incluidas las de búsqueda y captura. Las demoliciones de viviendas son empleadas rutinariamente como un medio de castigo contra los palestinos. Las demoliciones de castigo de las viviendas no son militarmente necesarias y suponen una forma de castigo colectivo, que está especialmente prohibido por la Cuarta Convención de Ginebra (Artículo 33).

El 4 de marzo, una jornada normal entre familiares y amigos en la comodidad y seguridad de su hogar, fue rota en pedazos por la violencia brutal de un asalto militar israelí. Los 14 niños que sobrevivieron han sido dañados psicológicamente de por vida, pero el impacto total de este incidente, especialmente entre las víctimas más pequeñas, es imposible de medir.

Defence for Children International condena el excesivo e innecesario uso de la fuerza contra civiles palestinos desarmados que no constituían ninguna amenaza para los soldados israelíes. A la luz de los hechos documentados que rodean el asesinato de Amira, Defence for Children International llama a los firmantes de la Cuarta Convención de Ginebra a ordenar a Israel que persiga a los responsables de cometer estos graves crímenes. En caso de que Israel no lo haga, los firmantes de la Convención de Ginebra deben identificar ellos mismos a los responsables y perseguirlos, de acuerdo con las obligaciones que han contraido según la legislación humanitaria internacional.

Defence for Children International llama una vez más a Israel a obligar a su ejército a respetar las leyes humanitarias internacionales y a respetar las vidas de los niños palestinos.


Fuente: Defence for Children International, 9 de junio de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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