Si ahora te parece que Bush es dañino, espera a que bombardee Irán con armas nucleares

Los neocons se han convencido a sí mismos de que bombardear Irán con armas nucleares mostrará a los musulmanes que no tienen otra alternativa que someterse a la voluntad del gobierno de los Estados Unidos de América



por Paul Craig Roberts


La guerra en Iraq está perdida. Este hecho es reconocido ampliamente por los responsables militares y ha sido expresado a regañadientes por el teniente general Ricardo Sanchez, el comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq durante el primer año de la ocupación. Ganar ya no es una posibilidad. Nuestra mejor esperanza, dice el general Sanchez, es “aplazar la derrota”, y esto requiere más inteligencia y liderazgo de los que el general Sanchez ve en la totalidad de nuestros líderes políticos en Estados Unidos: “Estoy absolutamente convencido de que América tiene una crisis de liderazgo en este momento”.

Más pruebas de que la guerra está perdida llegaron el pasado 4 de junio con los titulares del día: “Los soldados bajo el mando de los Estados Unidos sólo controlan un tercio aproximadamente de la ciudad de Bagdad, declararon fuentes militares este lunes”. Después de cinco años de guerra los Estados Unidos de América controlan un tercio de una ciudad y nada más.

Un portavoz de los generales en jefe dijo que la guerra de Iraq está destruyendo al ejército estadounidense. Un año antes Colin Powell había dicho que el ejército estadounidense estaba “a punto de romperse”. El teniente general Clyde Vaughn dice que Bush ha “agotado nuestras fuerzas”. El general Barry McCafrey declaró ante el Senado de los Estados Unidos que “el ejército va a descomponerse”.

El coronel Andy Bacevich, el autor más reputado en América sobre cuestiones militares, documenta en el número actual de The American Conservative cómo la guerra de Bush ha agotado al ejército y al cuerpo de marines de los Estados Unidos:

Sólo un tercio de las brigadas regulares del ejército puede considerarse preparado para entrar en combate. En los componentes de reserva, nadie alcanza el nivel. Cuando la última de las unidades llegue a Bagdad, como parte de la estrategia de escalada del presidente, los Estados Unidos de América se quedarán sin una fuerza terrestre de reserva preparada para ser desplegada.”

El estrés de los combates repetidos está minando la energía del ejército. Especialmente preocupante es la salida acelerada de personas con liderazgo y experiencia. Al servicio actualmente le faltan 3.000 oficiales. El próximo año el número se prevé que llegue a los 3.500. La Guardia Nacional y las reservas están incluso en peor situación. Aquí las carencias alcanzan el número de 7.500 oficiales. Los jóvenes salidos de la academia de West Point están abandonando el ejército a un ritmo no visto en las tres últimas décadas. En un esfuerzo para contener las pérdidas, el servicio ha comenzado a ofrecer un bono de 20.000 dólares a los recién nombrados capitanes que acepten quedarse por tres años más. Al mismo tiempo, mientras cada vez más oficiales deciden marcharse, cada vez menos deciden entrar: las becas del Cuerpo de Oficiales de la Reserva quedaron sin adjudicarse por falta de solicitudes cualificadas.”

Bush ha tomado todas las medidas desesperadas. Ha estirado la edad de alistamiento de 35 a 42 años. El porcentaje de personas con bachillerato que abandonan y el número de reclutas con las calificaciones más bajas en los exámenes se han incrementado. El ejército de los Estados Unidos se ha visto forzado a reclutar entre drogadictos y criminales convictos. Bacevich informa que “el alistamiento de criminales convictos ha crecido hasta el 30 por ciento”. Los periodos de combate se han extendido de 12 a 15 meses, y las mismas tropas son redesplegadas una y otra vez.

No hay equipamiento para prácticas. Bacevich informa que “aproximadamente 212 mil millones de dólares en material ha sido destruido, dañado o simplemente agotado”. Lo que queda está en Iraq y en Afganistán.

En estas circunstancias, “mantener el rumbo” significa la derrota total.

Incluso los belicistas neoconsevadores, que mintieron a los estadounidenses con su promesa de un “paseo militar” que terminaría en seis semanas, están convencidos de que la guerra está perdida. Pero no se han rendido. Tienen un último plan desesperado: bombardear Irán. El vicepresidente Dick Cheney encabeza este plan neocon, y Norman Podhoretz es su principal propagandista, con numerosos alegatos a favor de bombardear Irán publicados en el Wall Street Journal y en Commentary. Podhoretz, como cualquier otro neoconservador, es un islamófobo total. Podhoretz ha escrito que el Islam debe ser extirpado y destruido, aboga a favor de un genocidio para el pueblo musulmán.

Los neocons piensan que al bombardear Irán los Estados Unidos provocarán a Irán para armar a las milicias chiíes en Iraq con cohetes que atraviesan blindajes, granadas propulsadas y misiles tierra-aire, y que lanzarán a las milicias contra las tropas estadounienses. Esas armas neutralizarían a los carros de combate y helicópteros artillados estadounidenses, y destruirían las líneas militares, dejando fuerzas estadounideneses divididas y aisladas, separadas de las líneas de suministro y retirada. Con los Estados Unidos de América al borde de perder la mayor parte de sus tropas en Iraq, el clamor que surgiría sería “¡salvad a las tropas!” mediante el bombardeo nuclear de Irán.

Cinco años de guerra desastrosa en Iraq y Afganistán y la reciente derrota militar de Israel en el Líbano han convencido a los neocons de que los Estados Unidos de América no pueden establecer su hegemonía sobre el Oriente Medio únicamente con fuerzas convencionales. Los neocons han cambiado la doctrina de guerra de los Estados Unidos, que ahora les permite atacar “preventivamente” con armas nucleares a un poder no nuclear. A los neocons se les ha oído siempre decir: “para qué sirve tener armas nucleares si no puedes usarlas”.

Los neocons se han convencido a sí mismos de que bombardear Irán con armas nucleares mostrará a los musulmanes que no tienen otra alternativa que someterse a la voluntad del gobierno de los Estados Unidos de América.

Muchos responsables del ejército de los Estados Unidos están horrorizados con lo que consideran sería el peor crimen de guerra jamás orquestado. Existen informes de amenazas de dimisiones. Pero Dick Cheney está decidido. Le ha contado a Bush que el plan le salvaría de la ignominia de perder la guerra y restauraría su popularidad como el presidente que salvó a los estadounidenses de las armas nucleares iraníes. Contando con los medios de comunicación norteamericanos, que suministrarían la cobertura propagandística, los neoconservadores creen que su plan puede salvarles las castañas del fuego y rehabilitarles del fracaso.

El electorado estadounidense decidió el pasado noviembre que debía hacerse algo sobre esta fracasada guerra, y entregó a los Demócratas el control de ambas cámaras del Congreso. Sin embargo los Demócratas han decidido que es más fácil ser cómplices de crímenes de guerra que representar los deseos del electorado y encausar a un presidente criminal.

Si Cheney se sale con la suya otra vez, los Estados Unidos de América le quitarán al Tercer Reich el puesto de ser el estado más aborrecido de la historia.

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Paul Craig Roberts redactó el proyecto de ley Kemp-Roth y ha sido secretario asistente del Tesoro en la administración Reagan. Ha sido editor asociado de la página editorial del Wall Street Journal y editor de National Review. Es autor o coautor de ocho libros, entre ellos The Supply-Side Revolution (Harvard University Press). Ha ocupado diferentes puestos académicos, como la cátedra William E. Simon de economía política, Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Universidad de Georgetown, e investigador principal en la Institución Hoover, Universidad de Stanford. Ha escrito en numerosas publicaciones académicas y ha declarado ante el Congreso de los Estados Unidos en treinta ocasiones. Ha sido condecorado con la Medalla al Mérito en el Servicio del Tesoro de los Estados Unidos y con la Legión de Honor francesa. Ha sido consultor del Journal of Political Economy durante la dirección de Robert Mundell.
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Fuente: Information Clearinghouse | World View News Service, 12 de agosto de 2007
Traducción Observatorio de la Islamofobia