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VIENA 12 / 1 / 2017 - El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, anunció ayer en Viena, al inaugurar la Presidencia española de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que la ciudad de Córdoba acogerá en el segundo semestre del año una Conferencia sobre la intolerancia hacia los musulmanes.
Moratinos acudió a la capital austriaca, sede del Consejo Permanente de la OSCE, para presentar las prioridades de España durante 2007 en una organización a la que pertenecen 56 países y donde las decisiones se toman por consenso, lo que dificulta la adopción de grandes compromisos.
El titular de exteriores indicó que en el primer semestre del año se celebrará en Bucarest una Conferencia de la OSCE sobre la lucha contra la discriminación y la promoción del respeto y el entendimiento mutuos, como seguimiento a la Conferencia de Córdoba de 2005 sobre Antisemitismo y otras formas de intolerancia.
Además, dio a conocer que España, como presidencia de la OSCE organizará, precisamente en Córdoba, ciudad por la que es diputado el propio Moratinos, otra conferencia sobre intolerancia hacia los musulmanes, «problema -dijo- que empieza a adquirir caracteres alarmantes». La idea del ministro es también dar continuidad a la reunión de la capital cordobesa de hace dos años que estuvo dedicada fundamentalmente a la lucha contra el antisemitismo, dejando un poco de lado el análisis de las actitudes de islamofobia, que inicialmente también debían ser tratadas.
Fuentes diplomáticas españolas precisaron que la reunión no guarda relación con las noticias aparecidas en los últimos meses sobre una mayor actividad de los musulmanes en España, precisamente en Córdoba, donde han llegado incluso a pedir autorización para usar la mezquita para sus oraciones.
En cualquier caso, el Gobierno español ha decidido dedicar una mayor atención al mundo musulmán y recientemente nombró un embajador especial para las relaciones con las comunidades musulmanas en otros países, especialmente donde tiene una mayor implantación. El cargo recayó en el diplomático José María Ferré, ex cónsul general de España en Jerusalén.
