¿Es la islamofobia el nuevo antisemitismo?


El "problema" que tiene el Boston Globe con los musulmanes


por Joachim Martillo y Karin Friedemann


Durante bastantes años los medios de comunicación han estado presentado un número creciente de polémicas en las que aparecen envueltas las comunidades musulmanas que hay a lo largo de los Estados Unidos, así como las de Europa. Recientemente, el congresista Goode y Dennis Prager, miembro del Consejo del Museo Norteamericano de la Memoria del Holocausto, han protestado públicamente contra el uso por el congresista Ellison del Corán en el transcurso de su juramento de toma de posesión. Goode y muchos otros políticos han estado pidiendo cambios en las leyes de inmigración para frenar o detener la inmigración de musulmanes a los Estados Unidos, como si los antepasados de Ellison no hubiesen residido en el territorio de los Estados Unidos ya desde el siglo XVIII. Propuestas como éstas apoyan la afirmación de que los musulmanes no tienen cabida en Norteamérica. Los musulmanes nos resultan de algún modo exóticos, y por lo tanto fáciles de estereotipar. Meterse con los musulmanes es entretenido, barato y fácil.

La negativa de la sociedad americana, y occidental en general, a confrontarse con estas incitaciones a la islamofobia, recuerda a muchas acciones patológicas llevadas a cabo durante el desarrollo del moderno antisemitismo en la Europa central y oriental, y así nosotros los americanos deberíamos preguntarnos si la islamofobia no es el nuevo antisemitismo.

El indisimulado islamófobo Robert Spencer (http://www.jihadwatch.org/spencer/), que tiene fuertes vínculos con las organizaciones Neocon [extrema-derecha norteamericana] y sus líderes, se dedica de forma rutinaria a distorsionar el Islam y sus culturas. El título de su libro, El Islam destapado [Islam Unveiled], recuerda claramente al texto clásico antijudío de Eisenmerger Entdecktes Judentum (El judaísmo desenmascarado). Este individuo visitó recientemente el templo Emmanuel en Newton, Massachussets, por invitación del Foro de Acción de Israel [Israel Action Forum], para sumarse a las actividades de difamación de la Sociedad Islámica de Boston [Islamic Society of Boston, ISB] (véase el “Informe sobre Robert Spencer y la controversia antiislámica de Boston” por Joachim Martillo [en inglés]: http://tinyurl.com/yx7xqz).

Otros burdos montajes antiislámicos han empezado a lanzarse contra las empresas dirigidas por o propiedad de musulmanes, como el Banco Islámico de Desarrollo [Islamic Development Bank], del que la Sociedad Islámica de Boston recibía un crédito, presentándolas en el papel de siniestras y malvadas entidades, exactamente de la misma manera como en los siglos diecinueve y veinte los antisemitas pintaban las instituciones financieras propiedad de o dirigidas por los judíos, como los bancos Rothschild o Bleichroeder, descritos como fuerzas de la oscuridad y de la opresión. El Globe publicó dos ejemplos perfectos de este antisemitismo el 10 de enero de 2007: “La conexión saudí de la mezquita de Boston” ["The Boston mosque's Saudi connection"] por Jeff Jacoby (http://tinyurl.com/ykv6h9) y “Se cuestiona el papel del banco saudí en la mezquita” ["Saudi bank’s role in mosque is questioned"] por Charles A. Radin y Stephen Kurkjian (http://tinyurl.com/y6o7yd).

La analogía entre la islamofobia contemporánea y el antisemitismo clásico no es meramente literaria. La mayoría de los lectores del Globe probablemente relacionarán el enfrentamiento contra la mezquita descrito por el periodista Colin Nickerson el 9 de enero en el artículo de portada “Cuando una mezquita se levanta, una disputa se enciende en Berlín” [“As a mosque rises, a dispute flares in Berlin”] (http://tinyurl.com/y5yjz8) con el conflicto de la mezquita de Roxbury. El artículo usa las clásicas tácticas discursivas antisemitas de hacer que la islamofobia aparezca como una actividad virtuosa. Los alemanes no son precisamente famosos por ser especialmente tolerantes, y tienen una dura historia de violencia racista y de fanatismo, que desgraciadamente parece continuar hasta nuestros días. Como si no hubiera una historia de décadas de manifestaciones de odio anti-musulmán y anti-turco en Alemania, Nickerson presenta el tradicional fanatismo alemán como una nueva voluntad de enfrentarse a los musulmanes.

El problema del trato a los musulmanes en el Globe es que es una cascada continua de acusaciones venenosas y de insinuaciones suministradas por las organizaciones pro-Israel, como el Proyecto David [David Project] (http://www.davidproject.org) y sus filiales. Igual que muchos otros periódicos de los Estados Unidos, el Boston Globe da vía libre a los periodistas vinculados a la comunidad judía organizada para que repitan los comunicados y las declaraciones que hacen circular por internet gente como Charles Jacobs, fundador del Proyecto David, sin tomarse la molestia de confrontarlos con datos reales o de investigarlos periodísticamente.

Según los costos de la alianza israelo-americana se van haciendo más evidentes, al Proyecto David y a las organizaciones pro-Israel similares se les vuelve más y más difícil controlar los discursos o ganar los debates sobre la política estadounidense en Oriente Medio. Desde la perspectiva del Proyecto David es mucho más efectivo entonces marginar, demonizar y deslegitimar a los musulmanes, para así debilitar las críticas, que implicarse en un debate con el público americano que están a punto de perder.

El 10 de enero los periodistas del Boston Globe Charles Radin y Stephen Kurjian levantaron la polémica sobre los fondos para el proyecto de la mezquita de Roxbury. De nuevo. Porque los fondos para la mezquita de Roxbury no sólo no son un asunto nuevo, son viejas noticias. La Sociedad Islámica de Boston [The Islamic Society of Boston] (http://www.isboston.com) sencillamente ha obtenido un crédito para la financiación del centro islámico, igual que hacen muchos otros americanos cuando se construyen sus casas. Los libelos que lanzan sospechas sobre la Sociedad Islámica de Boston por obtener un crédito (!) presuponen que el público americano desconoce que los bancos son corporaciones multinacionales. Cuando obtienes un crédito de Citibank, una buena parte de ese dinero viene de los Emiratos Árabes Unidos. Tales movimientos de dinero son normales. La Sociedad Islámica de Boston está limitada en sus posibilidades de solicitar créditos, ya que estos deben ser conformes a las leyes islámicas. La Sociedad Islámica de Boston envió sus cuentas financieras al Globe y al Proyecto David, pero el Globe se negó a publicar sus aclaraciones. Aunque debería haber presentado sus disculpas.

El Globe prefirió voluntariamente crear una historieta falsa, incluso aunque contaba con pruebas diferentes. ¿Cuál es la razón de ello? Alterar las manifestaciones de los medios de comunicación norteamericanos es un aspecto importante de la misión autodeclarada del Proyecto David (“disminuir el impacto de los detractores de Israel”). Hemos visto los informes judiciales y las denuncias de difamación personal presentadas contra el Proyecto David y sus colaboradores. Hay pruebas para afirmar que varios medios de comunicación, incluyendo el Boston Herald y Fox News, han conspirado con el Proyecto David en una campaña para hacernos temer la construcción de la mezquita.

Nosotros, que hemos seguido la demonización de la Sociedad Islámica de Boston por parte del Proyecto David, de Charles Jacobs y del abigarrado grupo de “buenos creyentes” anti-árabes y anti-musulmanes, estamos hartos del odio contra nuestros amigos y vecinos difundido por estos fanáticos y maliciosos ignorantes. La Sociedad Islámica de Boston es desde todo punto de vista una organización completamente apolítica, cuyos miembros son buenas personas, como cualquiera puede conocer asistiendo a uno de sus almuerzos públicos. Los miembros de la Sociedad Islámica de Boston, incluyendo su dirección, son ciudadanos americanos completamente respetuosos con la ley. Incluso la Sociedad Islámica de Boston no ha hecho nunca una declaración pública sobre Israel. En la Sociedad Islámica de Boston, a diferencia de muchas sinagogas y centros judíos del área de Boston, sólo ondea la bandera norteamericana.

Los debates sobre política exterior no tendrían relevancia para la cuestión de la mezquita de Roxbury, si no fuera porque Charles Jacobs está coordinando a varias organizaciones pro-Israel para difamar a los americanos musulmanes. La conspiración para privar a ciudadanos americanos de su derecho constitucional a reunirse libremente en asamblea para rezar es un crimen federal. Es una prueba del poder del lobby Israel en Norteamérica, y del nivel de corrupción moral en el que los Estados Unidos se han hundido bajo la administración Bush, que Charles Jacobs y sus compañeros de conspiración no hayan sido procesados. Si los líderes políticos norteamericanos no tienen la valentía de levantarse ante quienes pretenden normalizar la islamofobia, nuestra democracia perderá, porque los enemigos de la libertad no se contentarán sólo con los musulmanes americanos.

Es hora de hacer un seguimiento de cerca de los propagandistas de Israel. Nosotros hemos estudiado sus conexiones públicas, y el Proyecto David aparece como el centro de una red de conexiones con los grupos de poder entre los académicos del área de Boston, los partidos Republicano y Demócrata de Massachussets, y las industrias inmobiliarias y financieras de la zona (para detalles véase, en inglés: http://members.aol.com/ThorsProvoni/mosque.htm)

Este tipo de para-organizaciones opacas (amigos de amigos) entre los grupos de poder pueden derivar facilmente en una amenaza para la democracia norteamericana y convertirse en un mecanismo que prive a grupos determinados de ciudadanos americanos de su protección legal. Impidiendo el debate público sobre cuestiones importantes, los partidarios de Israel nos conducen a todos los americanos al peligro del desastre económico, o incluso peor a comparsas de una política más leal a Israel que a los Estados Unidos, llevando a América a guerras sin fin en vez de comenzar un diálogo civil con el resto del mundo sobre los temas de nuestro tiempo. ¿Y saben qué? No existe la obligación constitucional para los norteamericanos, sean musulmanes o no-musulmanes, de amar a Israel. Los medios de comunicación de Boston y el FBI deberían investigar al Proyecto David, que constituye una verdadera amenaza para América.

Joachim Martillo es un experto en estudios judíos y sobre la Europa del Este. Su esposa, Karin Friedemann es la editora del World View News Service: (http://finance.groups.yahoo.com/group/wvns/)

Fuente: Arabic Media Internet Network
Enero de 2007
Traducción Observatorio de la Islamofobia