Libros: El Islam imaginario




Thomas Deltombe: L’Islam imaginaire. La construction médiatique de l’islamophobie en France, 1975-2005 [El Islam imaginario: la construcción mediática de la islamofobia en Francia, 1975-2005] París: La Découverte, 2005.


por Bernard Schmid


Como sugiere el título, El Islam imaginario no pretende dar un juicio sobre el Islam o sobre los movimientos políticos que conectan con este. En su lugar, el libro se centra fundamentalmente en la forma en que los medios de comunicación franceses han construido la percepción pública del Islam. Al hacerlo, también arroja luz sobre la mentalidad de la sociedad francesa post-colonial.

Aunque en los preparativos del libro Deltombe incluyó análisis de numerosos artículos de prensa, su interés principal está en las producciones de las dos cadenas de television más importantes de Francia: la privatizada “primera cadena” TF1, y la televisión pública France 2. Deltombe examina sus intervenciones sobre el Islam en el periodo de 1975 a 2005.

Islam esencialista

Una de las tesis centrales del autor: “Esta concepción (que postula un continuum entre la cultura musulmana, la práctica del Islam y el terrorismo ‘islámico’) oculta elementos determinantes que están tras la esfera de lo religioso –especialmente los factores psicológicos, sociales y políticos que subyacen a los actos de terrorismo”.

En este punto de su libro, el autor habla de “una concepción imaginaria de un Islam esencialista”. Describe cómo la gente “mira a ver qué tiene que decirnos el Libro del Islam sobre las ideas de Osama Bin Laden” porque “el Islam es visto como algo que está fuera del espacio y del tiempo”.

Acontecimientos actuales, dice el autor, se colocan al lado de cosas que sucedieron en el siglo VII –como si el Islam no se hubiera desarrollado desde entonces, y como si las páginas del Corán pudieran suministrar explicaciones para cualquier cosa hecha por musulmanes hoy. Delcombe concluye que la perspectiva de TF1 no es muy diferente de las actitudes de los sectores musulmanes más conservadores.

En los años 70, añade, la mayoría de la gente en Francia todavía percibía al Islam como un fenómeno básicamente externo, y la actitud predominante era la de un “exotismo romantizante”. En esa época Francia tenía ya casi tantos inmigrantes procedentes de países musulmanes como tiene hoy, pero mucha gente creía que tales “visitantes” retornarían pronto a sus países de origen.


El escenario de una amenaza iraní

Lo que alteró esas condiciones iniciales fue la presentación por la TV francesa del Irán del Ayatollah Jomeini. La Revolución Iraní y sus efectos en Oriente Medio supuso una amenaza para los intereses franceses, porque París había disfrutado de buenas relaciones con el depuesto Shah y paralelamente apoyaba al presidente iraquí Saddam Husain.

El escenario de una amenaza iraní surgió simultáneamente a un cambio en la forma en que el estado francés se relacionó con su población mayoritaria y con sus inmigrantes.

Como el desempleo empezaba a crecer, el gobierno francés intentó controlar el número de extranjeros que vivían en Francia mediante la presión sobre los inmigrantes y mediante el ofrecimiento de “premios” a aquellos que quisieran retornar a sus países de origen. Al mismo tiempo, la “segunda generación”, que se había criado en Francia, comenzaba por primera vez a expresar reivindicaciones políticas.


Irán = "Islam"

Una marcada actitud defensiva dominó entonces el discurso político y mediático: el escenario de una “amenaza” iraní y la percepción de los inmigrantes en Francia aparecieron juntos –y los últimos fueron identificados por primera vez como “Islam”.

Aquí Deltombe recuerda algunas inquietantes afirmaciones hechas en su día por el Primer ministro Pierre Mauroy y el ministro socialista de Interior Gaston Deferre: cuando los obreros argelinos y marroquíes convocaron una espectacular huelga en las fábricas de automóviles de los aledaños de París, estos políticos aseveraron que estas movilizaciones obreras estaban controladas desde fuera por “partidarios de Jomeini”.

En 1989, el primer debate sobre el pañuelo musulmán siguió un patrón similar –los simples pañuelos llevados por algunas escolares musulmanas fueron erróneamente descritos como “chadors”, en clara referencia a la ropa negra que cubre todo el cuerpo que se ve en Irán.

Un año después, dice Deltombe, la constelación empezó a cambiar: en el transcurso de la guerra de Iraq de 1991, los políticos y los medios de comunicación se preocupaban por cómo los musulmanes en Francia reaccionaría al bombardeo de Iraq, y comenzaron a describirlos como un “enemigo interior”.

Musulmán bueno, musulmán malo

Se realizó entonces el intento de asegurar la paz en el “frente interno” mediante el procedimiento de dirigirse a los musulmanes “buenos”, es decir a aquellos que estaban “integrados” y vivían en conformidad con el estado francés. Deltombe describe esto observando que esta distinción entre musulmanes “buenos” y “malos” frecuentemente reflejaba una división entre una clase media islámica próspera y la “subclase” que habitaba los ghettos y los suburbios.

Más aún: como las reacciones variaban entre la población musulmana de Francia, los medios presentaron estas variaciones como el resultado de distintas interpretaciones del Corán.

El autor nos señala dos de los libros más importantes del estudioso francés sobre el Islam Gilles Kepel: Jihad (2000) y Fitna (2004) –el último término designa una ruptura dentro de una única comunidad. Deltombe considera los mismos títulos de los libros altamente significativos.

Hoy los medios de comunicación invocan a menudo una confrontación entre “musulmanes pacíficos y radicales”. Cuando nos preguntamos sobre qué se confrontan, parece que todo ello no tiene nada que ver con la política, la ideología o los conflictos sociales, sino que meramente es un asunto de la “correcta interpretación de las escrituras”.

El autor también escribe sobre la guerra civil argelina y sobre la era de Charles Pasqua –el ultra-represivo ministro del Interior francés, que se describía a sí mismo como un “archienemigo del Islam”.

Cuando la guerra civil se desató en Argelia en 1992-93, Pascua evocó una visión del conflicto que podía “cruzar el Mediterráneo”. Explotó esta pretendida amenaza con el objeto de someter a los residentes norteafricanos de Francia a una serie de medidas de vigilancia que sobrepasaban abiertamente los límites del estado de derecho en muchos aspectos. Deltombe describe los actos de violencia cometidos en 1995 tanto en Argelia como en Francia por islamistas argelinos fundamentalmente como manipulaciones de las agencias de inteligencia y el personal militar.

La posición de Deltombe es que las acciones de los “Grupos Islámicos Armados” (GIA) fueron de hecho perpetradas por agentes del régimen argelino. Parece que todo esto es verdad. Deltombe ha tomado esta tesis de otros autores y en Francia sus escritos son vistos como enormemente polémicos.

Fuente: Qantara
Traducción Observatorio de la Islamofobia