Libros: Dislocando culturas


Uma Narayan: Dislocating cultures: identities, traditions, and Third World feminism [Dislocando culturas: identidades, tradiciones y feminismo en el Tercer Mundo]. Nueva York y Londres: Routledge, 1997.


por João Feres

Este libro es una de las contribuciones más provocadoras y creativas que han aparecido en el ámbito académico americano de los últimos años. El enfoque escogido por Narayan abre todo un campo de posibilidades interdisciplinares, sacudiendo las fronteras que separan los círculos académicos. El espacio epistémico ocupado por esta obra tiene importantes intersecciones con la teoría feminista, los estudios de género, la antropología, los estudios culturales, de ciencia política, de historia, de epistemología de las ciencias sociales y con los estudios sobre el colonialismo. El libro es un estudio detallado de la construcción del papel de la mujer en una sociedad post-colonial, la India. Su principal virtud es el desvelamiento de las múltiples conexiones que vinculan la cultura a la política a través del periodo histórico que va del colonialismo inglés del siglo XIX a la India contemporánea.

El libro está compuesto por cinco capítulos/ensayos sobre temas relacionados. El primer capítulo introduce el problema del feminismo en los países del Tercer Mundo. Narayan se define como una feminista del Tercer Mundo, pero inmediatamente aclara que asume esa “identidad” con la única finalidad de explicitar su “localización”, y no de asumir un conjunto fijo de valores y saberes de la “cultura” a la que pertenece. Para situarse, la autora define el campo que es el tema principal del capítulo: la viabilidad de un pensamiento y una acción feministas en un contexto tercermundista. Dos polos de resistencia a la implantación de ese proyecto aparecen inmediatamente: por un lado feministas del Primer Mundo que tienen, a menudo, una actitud de desconfianza en relación a sus colegas de otros países; por otro, grupos locales que están interesados en la conservación de prácticas discriminatorias identificadas con la “tradición cultural”.

Es frecuente que las feministas de los países “desarrollados” acepten acríticamente las distorsiones de la mirada primermundista sobre el otro. Estas distorsiones llevan a los occidentales, incluyendo muchas feministas, a ver otras culturas como totalidades estáticas y orgánicamente coherentes. La consecuencia más común de esta postura es culpar a toda una cultura por prácticas consideradas indeseables. Según una analogía organicista, el mal funcionamiento de una parte sólo puede ser causa, o consecuencia, de un cuerpo enfermo. Otra variación de ese razonamiento considera que la postura crítica del feminismo del Tercer Mundo es una forma de traición a la integridad de la “cultura”. Recordando a Edward Said, Narayan muestra que detrás de estas críticas está la noción imperialista de que Occidente es dinámico plural, mientras que las sociedades del “resto” del mundo están prisioneras de culturas tradicionales inmóviles. De acuerdo con este prejuicio, el feminismo, por luchar por el cambio de hábitos y valores, sólo tiene cabida en Occidente. Siguiendo esta lógica, en contextos tercermundistas el feminismo sólo puede ser visto como un producto procedente de Occidente, exótico y mal adaptado, una forma de desestabilización de los valores de la “tradición” local. La respuesta de Narayan se desarrolla a través de los capítulos del libro, mostrando que, al contrario del prejuicio occidental, la sociedad india está llena de valores e intereses en conflicto, y en constante transfomación.

Narayan comienza el capítulo segundo valiéndose del libro Gyn/Ecology [Gin/ecología] de Mary Daly (1978) como ejemplo de los prejuicios que contiene la actitud feminista primermundista. En esa obra, Daly discute el sati –inmolación ritual de la viuda en el funeral del marido. Narayan argumenta que la descripción presentada por Daly es de hecho una distorsión del sati, que saca esa práctica de su contexto social e hisórico para conferirle un lugar fijo en la “cultura india”. La autora muestra que el sati fue practicado en el pasado en sólo algunas regiones de la India; nuevos casos son extramadamente raros y circunscritos exclusivamente a esas regiones. Daly, sin embargo, da a entender que el sati es una práctica corriente que amenaza la vida de gran parte de las mujeres indias de hoy. Narayan acusa a Daly de despreciar la historia del sati y de su papel en la sociedad india del pasado y del presente. Esto es sólo consecuencia de una postura colonialista, pues niega que la sociedad en cuestión tenga una historia y, por consiguiente, esté sujeta a transformaciones.

Narayan no se limita a decir lo que no debe hacerse, y tras apuntar los fallos n el texto de Daly, presenta su propia interpretación sobre el fenómeno del sati. Según la autora, la incorporación del sati a la “tradición” india debe ser entendida como un producto de la relación colonial entre los nacionalistas indios y los colonizadores ingleses. Los varios grupos nacionalistas de la India colonial buscaban forjar una “cultura nacional” que fuese capaz de unificar a los pueblos del subcontinente en torno a la lucha por la independencia política. En este proceso, muchos usos regionales y ancestrales, como es el caso del sati, adquirieron la apariencia de características tradicionales de la cultura nacional india. La incorporación del sati a la “tradición”, sin embargo, siempre fue una cuestión dsputada entre grupos conservadores patriarcalistas y grupos nacionalistas progresistas, que rechazaban totalmente esa práctica. Los ingleses también se interesaron por la nacionalización y tradicionalización del sati, pues tal práctica acentuaba el carácter bárbaro e incivilizado de los indios, y por consiguiente ayudaba a justificar el colonialismo.

Según Narayan, el sati ha desaparecido prácticamente desde la independencia india. En este sentido, estudia dos raro casos más recientes y demuestra que, en ambos casos, la muerte de la esposa no fue producto del funcionamiento orgánico de una sociedad tradicional. Por el contrario, lo que ocurrió fue una manipulación de la idea del sati como tradición por las autoridades locales y por la familia del marido, con fines políticos y monetarios.

El tercer ensayo examina las interpretaciones corrientes en la literatura occidental de lengua inglesa sobre la práctica india del asesinato por dote, para demostrar en qué medida son prejuiciosas y llenas de nociones colonialistas. En este mismo capítulo la autora hace una comparación entre los niveles de violencia doméstica en los Estados Unidos de América y en la India y llega al “sorprendente” resultado de que son equivalentes. Narayan deconstruye el método cuantitativo empleado por las ciencias sociales, terminando por desvelar la arbitrariedad de las categorías empleadas por la literatura académica y la manera cómo la elección de esas categorías influye en el resultado de la investigación. Según la autora, el intelectual occidental tiende a enfatizar la diferencia y a menospreciar las características de las sociedades del Tercer Mundo que son comunes a los países “desarrollados”. Una consecuencia de esta distorsión es el escoger variables de análisis que sobre-representan los aspectos “exóticos” de esas sociedades.

El cuarto capítulo es una reflexión sobre los diferentes papeles desempeñados por los intelectuales del Tercer Mundo en el contexto académico del Primer Mundo. Basándose en parte en su propia trayectoria vital, Narayan inicia una importante reflexión sobre la antropología y los estudios culturales en Occidente, y sobre la forma en que los individuos de “fuera” son tratados por los profesionales de esas disciplinas. La autora propone una táctica de presentación en la cual el individuo de “fuera” utilice los propios prejuicios contenidos en la mirada del otro para deconstruir estos prejuicios y darle una perspectiva crítica al encuentro.

El último capítulo del libro lleva por nombre “Comiendo culturas” (“Eating cultures”). Narayan comienza el capítulo con la para muchos sorprendente revelación de que el curry –un producto reconocido internacionalmente como genuinamente indio– es de hecho una creación colonial inglesa. Los indios de verdad comen massalas, que son combinaciones variadas de especias que cambian según el plato y la región donde se prepare. Los ingleses fueron los responsables de transformar una massala cualquiera en un producto industrial, al cual dieron el nombre de curry. La autora muestra que en la India la comida tiene un importante papel político y cultural. Muchos nacionalistas indios usaron la gastronomía como factor de aglutinación cultural y orgullo frente a la incipiente gastronomía inglesa. La comida así puede ser también un factor de generación de prejuicios y de división interna e un país con tantas culturas, lenguas y hábitos alimenticios: musulmanes que comen carne bovina, hindúes vegetarianos del sur, indios carnívoros del norte, etc.

Narayan nació y pasó su infancia en la India, estudió en Inglaterra y más tarde se trasladó a los Estados Unidos de América para proseguir su carrera académica. A lo largo de su vida, la autora refiere haber sido expuesta a un sinnúmero de encuentros en los que fue llamada a asumir una identidad que le era incómoda. El desajuste entre la visión del otro sobre la persona y la imagen de sí misma de esa persona es un asunto recurrente en la filosofía y en las ciencias sociales. Esta cuestión se encuentra en la Fenomenología del espíritu de Hegel, en el Segundo sexo de Simone de Beauvoir y también en el libro de Narayan, Dislocando culturas. En él, Narayan presenta una poderosa argumentación en favor del movimiento feminista y de la liberación de la mujer india y, a través de una prosa fluida y expresiva, demuestra que las cuestiones culturales están inevitablemente ligadas a la política.