Gobiernos y medios contribuyen a crear una imagen amenazadora de los musulmanes


Entre el desconocimiento y la desconfianza


por Rosa Martínez

Un proverbio musulmán compara el islam con un gran mar donde cada uno encuentra el pez que desea. Parece que la UE a duras penas consigue hallar otro distinto a la desconfianza y la creciente discriminación.

Entre 15 y 20 millones de musulmanes viven en Europa, algunos desde hace casi medio siglo. Sin embargo, son grandes desconocidos, muchas veces prejuzgados con estereotipos y análisis superficiales. Mientras la inmigración musulmana aumenta, se hace más evidente y estable, la visión de la opinión pública hacia ella es cada vez más negativa. El último informe del Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia (EUMC) advierte del auge de actos de islamofobia que van de los ataques a mezquitas a las agresiones físicas.

Asimismo, constata la dificultad de muchos musulmanes europeos para acceder al mundo laboral o a una vivienda digna. Y parece normal. No sorprende que un empresario se resista a contratar a una francesa licenciada con velo o que un candidato con apellido árabe tiene muchas menos posibilidades de que le llamen para una entrevista de trabajo. El musulmán se ha convertido en el prototipo del extranjero, considerado como el extraño, el otro, ante el que empuñamos nuestra identidad amenazada como arma defensiva. Este colectivo comparte muchos problemas con el resto de inmigrantes.

Sus mayores preocupaciones suelen ser el trabajo, la vivienda y, en el caso de los extranjeros, el permiso de residencia. Sin embargo, algunas actitudes y declaraciones públicas, así como el tratamiento mediático, demuestran que son uno de los grupos peor aceptados. Según un sondeo realizado en Italia en 2001, un 31% de los encuestados defendía que solo se admitiesen en el país inmigrantes católicos. Lo mismo ha declarado el obispo de Bolonia.

Numerosas encuestas revelan que un número importante de europeos consideran a los miembros del islam "fanáticos", "irracionales", "hostiles" y responsables del aumento de la inseguridad ciudadana. De los hombres se dice que son "machistas", y de las mujeres, "sumisas". La palabra islam a menudo se asocia con "terrorismo", "opresión femenina", "matrimonios forzados" y un vago temor de invasión cultural. Al mismo tiempo –y según advierte el EUMC– la discriminación que las comunidades islámicas perciben o anticipan les hace sentirse excluidas e incomprendidas y proclives a la automarginación. Esto, en un círculo vicioso que se retroalimenta, las hace aún más vulnerables a esta misma discriminación.

Para buscar una explicación, no se puede obviar la situación internacional, los atentados fundamentalistas o las relaciones históricas entre el islam y Europa. Pero no hay que perder de vista la construcción del miedo que se viene produciendo desde hace años y de la que muchos sacan grandes beneficios. Responsables políticos internacionales parecen haber cambiado sin muchos problemas de enemigo : del comunista al islamista. La lucha contra el terrorismo se ha convertido en una fachada para esconder la supresión de derechos y libertades o la represión de reivindicaciones políticas y sociales.

Los medios juegan un papel fundamental en la difusión de una determinada imagen del islam. Cuando se habla de islam, se hace casi siempre en artículos relacionados con terrorismo, delincuencia o la polémica del velo. Las noticias relacionadas con las detenciones de presuntos fundamentalistas se cubren ampliamente, mientras apenas se concede espacio a desmentidos, declaraciones de inocencia o detenciones que acaban en nada. Se tiende a la exageración y a menudo se eligen los episodios o los más personajes más extremistas para hablar del islam. Se habla de ‘terrorismo islámico’, pero ¿no es acaso lo mismo que hablar de ‘terrorismo vasco’ ?

Fuente: Diagonal



Nota del Observatorio:
Sobre los "atentados fundamentalistas" que cita la autora, y que parece atribuir a "los musulmanes", véase nuestra sección de artículos "Al-Qaida" contra el Islam

_______________