El Estado policiaco israelí




por Avigail Abarbanel



El pasado viernes por la tarde mi marido, Ian, voló a Israel. Iba en realidad camino de una conferencia de IT en Viena, pero pensamos que sería bonito para él hacer un desvío de tres días hacia Tel-Aviv para visitar a mi hermano y a su familia, y especialmente ver a mis sobrinos de 7 y 5 años por primera vez.

En el aeropuerto Ben-Gurion, el pasaporte de Ian fue confiscado sin dar explicaciones. Él fue llevado a una pequeña habitación para interrogatorios y tuvo que aguantar una serie de preguntas intimidatorias acerca de unos inexistentes visados saudíes y libaneses en su pasaporte. Fue interrogado por una mujer policía de uniforme y de aspecto duro, mientras un agente sin uniforme observaba. La agente de policía le preguntó por qué tenía visados saudíes y libaneses.

Cuando él respondió que ese no podía ser su pasaporte, porque el suyo no tenía tales visados, ella pasó a preguntarle por los nombres de su padre y de su abuelo. A pesar de que Ian contestó a la pregunta la primera vez, ella la repitió tres veces más. En esos momentos Ian comprendió que intentaban intimidarle y, a pesar de sentir cierto miedo, le hizo notar que ella ya le había hecho la misma pregunta varias veces y que él ya le había contestado. Tras veinticinco minutos de lo mismo, Ian fue finalmente dejado libre sin explicaciones y con una débil disculpa por haberle retrasado.

Como antigua ciudadana israelí con entrenamiento militar, estoy familiarizada con las tácticas psicológicas usadas por la Patrulla de Fronteras Israelí (Magav) y por el ejército. Ellos intentan deliberadamente intimidar a su víctima y mantenerla en un estado de inseguridad -sobre qué está pasando, de qué va todo, dónde están sus papeles. Ellos saben que los ciudadanos extranjeros se sienten profundamente inseguros sin sus pasaportes y que esta inseguridad lleva al miedo y al estrés a la mayoría de la gente.

También saben que la sensación de seguridad de la mayoría de la gente puede derrumbarse bajo tales condiciones, y si hay algo que contar es muy probable que lo hagan entonces. Los agentes israelíes están entrenados para observar el lenguaje corporal, las micro-expresiones, la transpiración, todo. Las preguntas en sí mismas son a menudo sólo pretextos para inducir estrés y así poder ellos observar detenidamente a su víctima, para ver si guarda secretos. Ellos tenían el pasaporte de Ian. Sabían muy bien que no había tales visados en él. (Y una puede preguntarse: ¿y qué si los hubiera habido? ¿Qué le podría haber pasado a él? Los ciudadanos australianos son libres de visitar cualquier país que quieran. Pero parece que en Israel tener los visados "equivocados" en tu pasaporte te convierte en un sospechoso. Por supuesto nunca sabremos si la historia sobre los visados fue la razón real para su corta detención.)

Israel y sus apologistas presentan repetidamente a Israel como "la única democracia en Oriente Medio", un régimen democrático aislado en una región no democrática. Esto se supone que hace que nos sintamos más cercanos y que justifique nuestro apoyo. Pero la democracia israelí es un mito. En mis 27 años allí fui parte de la mayoría israelí. Era judía, nacida en Israel y secular. Era una ciudadana normal, que completó su servicio militar, la israelí típica, no envuelta en política o activismo de ningún tipo. Pensaba tener mi propio negocio, me preocupaba por el dinero, el trabajo, el estudio, mi propia pequeña vida. No era "conflictiva" en ningún sentido. Cualquiera que me hubiera visto entonces habría asumido que yo estaba de acuerdo con la ideología dominante israelí. Y, sinceramente, habría tenido razón.

A pesar de que la vida diaria en Israel pueda ser frustrante, en especial en lo tocante a la burocracia, nos sentíamos seguros en la confianza de que por muy molestas que pudieran ser, nuestras autoridades nunca actuarían contra nosotros. De hecho ni siquiera este pensamiento se nos pasaba por la cabeza. Debido a que yo era miembro de este confortable centro de la sociedad israelí, era también ignorante de lo que Israel era capaz de hacer, y qué podría implicar no pertenecer a todo eso. La primera vez que probé este "estatus" fue hace unos diecisiete años, cuando mi ex marido (también israelí) y yo planificábamos emigrar a Australia, y estábamos en los últimos pasos para obtener nuestro permiso de residencia permanente. Mi ex marido, ingeniero y capitán del ejército a punto de terminar su contrato, fue llamado de golpe una tarde, sin explicaciones, para presentarse en cierto lugar y tener una pequeña "conversación" con alguien de la Policía Militar.

Nuestros planes de irnos de Israel no eran secretos. Irse de Israel no es un delito y Australia no estaba en la lista de países que los militares israelíes implicados en proyectos militares secretos tienen prohibido visitar o residir en ellos tras terminar su servicio (sí, esta lista existe). En cualquier caso, no había razón para que mi ex marido sospechase que esta "conversación" tenía algo que ver con nuestros planes. Él fue llevado a una pequeña habitación y se le ordenó sentarse en una silla en el centro de la habitación.

Una mujer de la Policía Militar empezó a dar vueltas a su alrededor y le dijo: "Hemos descubierto que estás planeando migrar a Australia". A lo cual él replicó: "¿Y qué? No es un secreto".

Ella le respondió agresivamente que cerrara la boca, que era ella quien hacía las preguntas. Entonces pasó a preguntar cosas como "¿Por qué has decidido marcharte?" y "¿Sabe tu mujer que estás planeando marcharte?".

Aparentemente el ejército supo de nuestros planes por la policía, cuando estábamos intentando obtener el visto bueno de la inmigración australiana. Ellos deberían haber sabido que los dos estábamos por lo mismo. Las preguntas evidentemente no pretendían conseguir lo que aparentemente decían. Al principio mi ex intentó responder, pero cuando se dio cuenta de lo absurdo de la situación se sintió molesto. Entonces le dijo a la sargento que no veía el sentido de esa conversación y que, salvo que ella le acusara de algo, él se iba. Cuando ella respondió agresivamente una vez más, él se puso en pie, le recordó que él era un capitán y ella una sargento, y abandonó la habitación. En ausencia de más información sobre este incidente, entendimos que eso había sido un intento de intimidarnos para que no nos marcháramos de Israel. Lógicamente esto se tenía que hacer mediante la psicología, ya que el ejército no tenía razones o procedimientos legales para impedírnoslo.

Hasta que el ejército se enteró de nuestra intención de irnos, mi marido, como oficial de carrera, y yo misma como "esposa de", habíamos sido tratados con gran respeto en la sociedad israelí y en el ejército. No sólo éramos parte de ellos, sino que teníamos un lugar de honor. El elegir a un sargento mujer fue algo premeditado para humillar a mi ex marido (no pretendo ofender a las mujeres, pero esta es la cultura que existe en el ejército israelí). Esta intimidación quería hacer ver a mi ex que su rango y estatus no significaban mucho si elegía el camino "equivocado". Nos enfadamos y sobre todo estábamos asombrados de que él pudiera ser tratado así sólo porque queríamos irnos de Israel. Una cosa es encontrarse con la desaprobación de amigos y familiares en conversaciones normales. Otra cosa muy diferente ser objeto de un interrogatorio amenazante por parte de la Policía Militar. Nuestra decisión de irnos aparentemente nos había colocado en una nueva posición dentro de la sociedad: fuera de la confortable mayoría. Cuando finalmente nos fuimos a finales del 91, lo hicimos con el regusto amargo de haber visto un atisbo de un Israel que no conocíamos.

Pregunta a cualquier palestino y te contará historias mucho peores. Sinceramente, no hay comparación. Los palestinos son vistos como intrusos, sean ciudadanos de Israel o tengan el estatus de refugiados en los Territorios Ocupados, sean niños o adultos, hombres o mujeres. Todos los palestinos viven permanentemente bajo vigilancia militar y policial. Ellos no experimentan nada de la famosa democracia israelí. La "democracia de Israel" es algo reservado sólo para la élite privilegiada y en su mayoría ignorante, de la cual yo fui parte también, hasta que decidí marcharme. Los ciudadanos palestinos en Israel viven bajo un estado policiaco arbitrario y brutal. Sus relaciones con la burocracia israelí no sólo son frustrantes sino que también pueden ser extremadamente peligrosas.

Los palestinos en los Territorios Ocupados viven bajo un control parecido al ejercido por el régimen de Pinochet. Ellos también pueden desaparecer en mitad de la noche. Pueden ser en cualquier momento amordazados, esposados, golpeados, humillados, llevados a lugares desconocidos sin que se les dé información a ellos o a sus familias, pueden ser torturados física y psicológicamente, y encarcelados indefinidamente, a menudo sin cargos e independientemente de que sean culpables de algo. Es un funcionamiento arbitrario y puede pasarle a cualquiera de ellos. Esta es una situación mucho peor que los dos incidentes que he contado antes, pero los principios básicos son los mismos.

En un régimen como este tú no tienes que hacer nada equivocado para recibir este trato. Y esto es porque está diseñado no sólo para atrapar a los que infringen la ley, sino también para constituir una especie de aviso, una amenaza tácita. Esta ahí para que el poder del estado pueda alardear, mostrar a la gente qué pequeños y débiles son comparados con el poderoso estado, y para ofrecer una muestra de qué les podría suceder si llegaran a pensar siquiera en oponerse- En el caso de los palestinos tales tácticas están diseñadas asimismo para hacer la vida diaria invivible y así romper su moral e intimidarlos para que se vayan. Después de todo, lo que Israel realmente quiere es toda la tierra pero sin su gente, algo que muchos todavía en Occidente se niegan a reconocer.

Israel no es un país agradable. Es un poderoso estado policiaco fundado sobre una paranoia patológica, con sólo un barniz de civilidad, barniz cuidadosamente mantenido para el consumo de aquellos que todavía creen en el mito de la "democracia israelí". Los israelíes miembros de la mayoría social viven en una burbuja ficticia que les aleja de la realidad. Si hay una democracia allí, sólo este selecto grupo disfruta de ella -exactamente igual que la población blanca conformista en la antigua Sudáfrica. Apoyar a Israel hoy es lo mismo que defender que la Sudáfrica del apartheid era una democracia aceptable. También implica abandonar a los palestinos, igual que el mundo abandonó a los negros sudafricanos (y a los disidentes blancos) durante cuarenta y cinco largos años.


Fuente: Avigail Abarbanel Webpage
Traducción Observatorio de la Islamofobia

Véase también sobre este tema
El derecho de Israel a ser racista



"Matar a un hombre es un crimen,
aniquilar a todo un pueblo es un asunto a discutir."

(Ibrahim Tuqan, poeta palestino)

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