Matti Bunzl: Antisemitismo, islamofobia y el estado-nación



El trabajo de Matti Bunzl titulado "Entre el antisemitismo y la islamofobia: Algunas reflexiones sobre la nueva Europa" (publicado en la revista American Ethnologist, vol. 32, nº 4, noviembre de 2005) constituye toda una conmoción. Se hace evidente a partir del artículo, y de los comentarios que sobre él aparecen en el mismo número, que para comprender la Europa actual necesitamos replantearnos lo que creemos saber sobre ella, y entender a la vez el panorama cambiante del resto del mundo.

El método usual de comparar antisemitismo e islamofobia, especialmente entre sectores de la izquierda, es hacer la analogía y ver ambos como el "Otro" de la Cristiandad. Bunzl critica este método, dada la significativa secularización de Europa. Él, en su lugar, esboza un marco de análisis que sitúa ambos fenómenos en diferentes proyectos de exclusión. Según Bunzl, el antisemitismo fue inventado a finales del siglo XIX para servir al proyecto del estado-nación étnicamente puro. En el otro lado, la islamofobia es una creación reciente que busca servir al proyecto de una Unión Europea supranacional constituida como fortaleza contra los inmigrantes. Va incluso más allá: el antisemitismo tradicional ha terminado su función histórica con el fin del estado-nación, y la islamofobia se está convirtiendo en un rasgo definitorio para la "nueva Europa".

Bunzl analiza dos perspectivas sobre el antisemitismo dominantes en Europa. La perspectiva alarmista, que se puede encontrar a menudo en la derecha del espectro político, observa un resurgimiento del antisemitismo como amenaza inmediata para la comunidad judía mundial. Para ellos, antisionismo y antisemitismo son indistinguibles: cualquier crítica al Estado de Israel conlleva "residuos potenciales" de antisemitismo. La otra perspectiva, situada a la izquierda, rechaza la idea de que las críticas a Israel sean inherentemente antisemitas. La perspectiva de izquierdas se fija en el relativamente pequeño número de actos de violencia contra judíos y en el grado de confort que los judíos disfrutan en el continente. Los que mantienen esta perspectiva reconocen que instituciones o comunidades judías hayan sido crecientemente víctimas de abuso, pero tienden a ver estos casos como parte de fenómenos más amplios de violencia racista contra todas las minorías llevados a cabo por la extrema derecha.

Bunzl defiende que tanto unos como otros se equivocan. Ni Europa es un nido de antisemitismo desbocado, ni todos los incidentes antisemitas pueden clasificarse bajo la violencia de la extrema derecha. Afirma que ambos se encuentran en visiones estáticas de la historia: los primeros ven el antisemitismo como una constante, y los segundos como la ideología de la extrema derecha. Para ilustrar el cambio histórico, Bunzl cita entre otros el ejemplo de Austria. En el período anterior a la Segunda Guerra Mundial había tres facciones políticas que recurrían al antisemitismo: a) los partidos nacionales germánicos, que querían la exclusión de los judíos por motivos raciales; b) las facciones cristianas, que combatían la presencia judía por una mezcla de antijudaísmo religioso y antimodernismo reaccionario; e incluso c) los socialistas y los comunistas, que de modo regular hacían despliegue de antisemitismo en sus críticas al capitalismo, incluso aunque bastantes de sus líderes fueran judíos. Bunzl muestra que la Austria de hoy sigue dominada por estas tres facciones, pero el antisemitismo se ha venido abajo. Bajo el liderazgo de Jörg Haider, el Partido Liberal se opuso a la entrada de Austria en la UE en base a argumentos nacionalistas. Sin embargo en 1995, tras la inclusión de Austria en la UE, la política del partido ha sufrido cambios. El partido empezó a aceptar a judíos como posibles líderes. Según Bunzl este cambio es común a los movimientos de extrema derecha europeos. Contrapone todo esto a la dinámica de la islamofobia. Hace observar que la islamofobia es hoy un verdadero asunto político, parte de un debate a la luz del día sobre el futuro de la presencia musulmana en Europa. En contraste con esto, no hay ningún debate hoy sobre la legitimidad de la presencia judía en Europa.

Bunzl reconoce cierta validez a la analogía entre antisemitismo e islamofobia. "Ambos son, a fin de cuentas, ideologías excluyentes que sirven a los intereses de la ingeniería social". Pero las similitudes terminan ahí. El antisemitismo fue diseñado para proteger la pureza del estado-nación étnico, mientras que la islamofobia es un proyecto que se dice para "salvaguardar el futuro de la civilización europea".


Fuente: Monthly Review, junio de 2008



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