
por Teodoro León Gross
La Lega Nord concibió en Lodi – una provincia en el corazón de la Lombardía, entre Milán, Pavía y Bérgamo – su estrategia para evitar la construcción de mezquitas: cada vez que se eligiera un terreno para levantar un templo musulmán, llevar allí una piara de cerdos para que fuese considerado un lugar impuro. Así se las gasta el partido de Umberto Bossi, que acaba de obtener en las elecciones tres millones de papeletas y recupera el protagonismo perdido duplicando su resultado de 2006. Esta coalición, fundada en 1991 fusionando la Liga Lombarda y la Liga Véneta además de Piemont Autonomista o Alianza Toscana, triunfó durante la primera crisis en los noventa con una oferta electoral que proponía dejar de sufragar al sur pobre del país y deshacerse de la presión inmigrante. En sólo cinco años superaron el diez por ciento del Parlamento pero después, ya con las alas de Ícaro, declararon la independencia de la Padania – denominación latina del valle del Po, en la práctica todo el norte de Italia – y ahí desbarraron. Ahora, con la nueva crisis, han renacido. Su éxito en estas elecciones se nutre de eslóganes como ‘No al voto agli inmigrati’ [No al voto para los inmigrantes]; ante la incertidumbre y el miedo, reaparece el caldo de cultivo para los ultranacionalismos excluyentes de la vieja Europa.

Fuente: Sur, 16 de abril de 2008