Convertir a los musulmanes en una "raza"




por Matthai Chako
San Francisco Chronicle



Catalogar a los musulmanes como una raza – 11 de septiembre, cinco años después

Mientras la “guerra contra el terrorismo” entra en su sexto año, un nuevo estereotipo racial emerge en los Estados Unidos. Los hombres de piel mate que llevan barbas, las mujeres con pañuelos en la cabeza, son percibidos como “musulmanes” – sea cual sea su religión o su nacionalidad. Medidas jurídicas restrictivas, políticos, responsables religiosos y medios de comunicación han contribuido a este estereotipo de los musulmanes como una "raza" – un recuerdo de una historia dolorosa que ya sufrió otra religión.

Según Paul Silverstein, profesor de antropología en la escuela universitaria Reed, en Oregon, que estudia las intersecciones entre raza, inmigración e Islam: “los musulmanes son los nuevos judíos”. “Son objeto de toda una serie de caricaturas, de miedos, de estereotipos que no están basados en la realidad y que son independientes de la experiencia que la gente tiene con los musulmanes”. La caricatura del musulmán ha alcanzado también a los hindúes, a los mexicanos y a otros a través del país, los cuales sufren también violencia, sospecha e injurias. Y en este país, esto ha dado paso a una nueva forma de expresarse ligada a la identidad racial.

Dailyah Patt, que tiene la piel clara, los ojos verdes y el pelo castaño, es “blanca”. Pero Patt ha descubierto que cuando se pone un pañuelo en la cabeza, la gente la ve de una manera diferente. De origen modesto, se hizo musulmana y desde entonces la gente la cataloga de “palestina” y le dice “vuélvete a tu país de origen”. Entonces Patt ha tenido que quitarse el hiyab —como se llama comúnmente al pañuelo— cuando ha ido a entrevistas de trabajo o cuando ha tenido que coger un avión. “Puedo pasar por ser una cristiana”, dice Patt, de 27 años, que vive en Palo Alto y se sentía frustrada por los repetidos interrogatorios a que se veía sometida por los servicios de seguridad de los aeropuertos hasta que se quitó el pañuelo. Se siente oprimida por tener que dejar a un lado un principio vestimentario vinculado a su religión.

Por otro lado, Nida Khalil es una palestina que ha pasado la mayor parte de su infancia en Ramallah, en Cisjordania, y que se identifica profundamente con la política palestina. Es musulmana, pero no lleva el pañuelo. La gente piensa que es latina. No recuerda haberse visto atacada en estos últimos cinco años por parecer originaria de Oriente Medio. “Estoy verdaderamente apenada por estas mujeres que deben vivir en los Estados Unidos de América y que llevan hiyab”, dice Khalil, 26 años, vecina de San Mateo. “No puedo ni siquiera imaginar todas esas miradas de recelo, o los ojos fijos… o la falta de respeto, que ellas reciben de los fanáticos occidentales.”

Las experiencias de Patt y Khalil muestran cómo funciona la “raza”, dicen los investigadores que estudian el fenómeno: la gente lanza sus prejuicios sobre otros basándose en “características físicas”, ignorando incluso sus propias experiencias personales.


Caricaturizar una religión como una raza plantea problemas especiales, ya que no existe una plantilla de las características físicas

Por ejemplo:

Una gran parte de los árabes en los Estados Unidos de América, como Ralph Nader, no son musulmanes.

Hay numerosos palestinos cristianos.

Indonesia es el país musulmán más poblado, pero sus habitantes no se ajustan al estereotipo.

Los afro americanos constituyen más de una cuarta parte de la población musulmana estadounidense, más que ningún otro grupo étnico.

“No podéis definir la apariencia de un musulmán”, dice Saifullah Amath, de 23 años, vecino de San José, que es cham, un grupo étnico originario de Vietnam y de Camboya. Su familia es musulmana desde hace generaciones. Pero él es visto por la gente como un “budista”.

“No podéis estereotipar a toda la humanidad según un código basado en la apariencia vestimentaria”, dice Amath. “En mitad de la jungla de Vietnam hay gente que habla árabe, la lengua del Corán”.

Para las mujeres el estereotipo gira en torno al pañuelo. El estereotipo masculino abarca las barbas y el color de piel, los ojos y el pelo, y los nombres.

“Sam” Hachem no se presenta habitualmente a los demás por su nombre real. Hachem, que va bien afeitado y tiene el pelo castaño claro y los ojos gris verdes, dice que la gente supone a menudo, después de haber escuchado su acento, que es “de Europa del Este”.

Pero cuando se siente cómodo con alguien, Hachem revela habitualmente que su nombre es Hussein y que ha emigrado desde el Líbano. En este momento la gente reacciona. Se pone a hablar inmediatamente sobre temas de terrorismo. Una vez que se le ocurrió revelar su nombre en un bar, se encontró con que uno comenzó a meterse con él y a preguntarle si iba a hacer saltar por los aires el lugar.

“Cuando escuchan el nombre, soy una persona completamente diferente”, dice Hachem, de 29 años, musulmán. “Piensan automáticamente en problemas”. Es más fácil así empezar con “Sam”.

Los atentados del 11 de septiembre han sido para los estadounidenses su experiencia directa más dramática de la violencia presentada bajo la bandera del Islam. Estos actos se han presentado como si reflejaran las creencias de los alrededor de seis millones de musulmanes de los Estados Unidos, sin tener en cuenta que muy pocos de entre ellos justifican estos hechos.

Este estrecho prisma se ha visto exagerado por múltiples factores, como la hostilidad contra el Islam de ciertos cristianos evangelistas, que han descrito al Islam como “el Mal” y han visto la guerra en Irak como la posibilidad de hacer nuevas conversiones.

Pero las creencias son difíciles de detectar en la calle, según el profesor Howard Winant, un sociólogo que estudia el tema de la “raza” en la Universidad de Santa Bárbara, y coautor de Racial formation in the United States [La formación racial en los Estados Unidos]. Para estigmatizar es necesaria una imagen física. “Tenemos que hacer referencia a la raza, porque esto debe tener que ver con la apariencia de alguna manera”, dice Winant.

Los controles reforzados, especialmente en los aeropuertos, han jugado un importante papel en la creación de esta nueva “identidad racial”, según Winant y otros universitarios que han estudiado la “racialización” de los musulmanes.

Inmediatamente tras el 11 de septiembre y a lo largo de los Estados Unidos, más de un millar de hombres de países musulmanes fueron detenidos, en la mayoría de los casos basándose en cuestiones de inmigración. La mayoría de ellos ha sido deportada. El Departamento de Justicia estadounidense reconoce que muchas de las acusaciones de terrorismo que se han derivado de detenciones vinculadas con la inmigración, han sido llevadas adelante esencialmente sobre percepciones basadas en la "raza". En uno de estos casos –entre los muchos revelados por el inspector general del Departamento en 2003– un informante llamó al FBI en relación con una tienda de ultramarinos llevada, dijo él, por “gente de Oriente Medio”, y en la que parecía que había “demasiada gente para llevar una tienda tan pequeña”. Un hombre fue detenido.

Políticos y responsables militares han caracterizado al Islam como "el Mal". El teniente general William Boykin, cristiano evangelista, ha dicho que la guerra de los Estados Unidos contra el terrorismo tiene un fundamento religioso: “Satán quiere destruir a esta nación, y quiere destruirnos porque somos el ejército cristiano”, dijo en 2003. Y el presidente Bush se ha mostrado cuando menos inconsistente en su caracterización del Islam. En 2003, para hacerse una buena imagen en el marco de la campaña electoral, promulgó reglas que prohibían el “perfil racial” en la aplicación de las leyes federales. Pero ponía una excepción: la seguridad nacional, donde se incluía la inmigración. Algunos días después del 11 de septiembre declaró en una mezquita de Washington DC que “el Islam es paz”. Pero este verano, tras un supuesto plan desmantelado para atentar contra aviones de la línea Londres-Estados Unidos, Bush ha dicho el 10 de agosto que los Estados Unidos “están en guerra contra el islamo-fascismo”.

“Los Estados Unidos siempre han tenido esta tendencia a racializar sus conflictos internacionales, para considerarlos como amenazas domésticas”, dice Winant, el profesor de la Universidad de Santa Bárbara ya citado. “En tanto que nación de inmigrantes, es el lugar del mundo más fácil para interiorizar sus conflictos externos”.

Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes, los italianos y en particular los japoneses, fueron puestos bajo sospecha con argumentos de seguridad nacional. Simultáneamente, el ascenso del comunismo en la Unión Soviética correspondió al ascenso de los “miedos rojos” de aquí en los años 20 y de nuevo en los años 50. Según Winant, el conflicto israelo palestino ha ayudado a construir los estereotipos de los árabes y los musulmanes.

“La estrecha alianza entre los Estados Unidos e Israel hace que la diabolización permanente de los árabes se presente como una amenaza de venganza respecto a los Estados Unidos”, señala.


Las informaciones y los entretenimientos de los medios de comunicación juegan también un importante papel en la formación de esta nueva imagen racial

La imagen de los musulmanes se asocia estrechamente a conflictos – las guerras en Irak, Afganistán y el conflicto de Palestina, o la emisión en la Fox de los Emmy Award Winning 24, donde se llegó a escenificar el terrorismo. Las imágenes en cascada de Guantánamo y Abu Graib, de Irak y de Afganistán, “son transformadas en una imagen arquetípica del terrorista”, según el profesor Jess Ghannam, director de psicología médica de la Universidad de California en San Francisco: “Son rápidamente interiorizadas como el estereotipo del musulmán/árabe”. Y esto sucede independientemente de que la gente conozca o se encuentre con musulmanes, dice Ghannam, una constatación que también hacen otros investigadores.

Las imágenes de los medios de comunicación tienen un efecto particularmente devastador en los hombres que son sijs, una religión originaria de la India con una antigüedad de 500 años. Los sijs no se cortan el pelo, por lo que llevan barbas. Llevan igualmente turbante en público. Los miembros de los talibanes o los dirigentes de “Al Qaeda”, que pocos americanos han visto, también llevan “turbante”. Los sijs han sido atacados de manera repetida en los Estados Unidos, y muchos de entre ellos han sido asesinados.

El 30 de julio, un hombre de Santa Clara la emprendió a puñetazos con un anciano sij porque, según el procurador que rellenó la hoja de denuncia, el atacante “quería vengarse por el ataque del 11 de septiembre, y atacar a un miembro de los talibanes”.

Estereotipar a los musulmanes tiene otros efectos profundos. Según un sondeo nacional llevado a cabo por investigadores del instituto de demoscopia de la Universidad de Quinnipiac, y publicado el 29 de agosto, el 60 % de los encuestados dijo que las autoridades deberían poner en su punto de mira a la gente que tiene aspecto “de Oriente Medio”, mediante controles de seguridad en lugares como aeropuertos y estaciones. Otro estudio de ámbito estadounidense publicado el mes pasado por investigadores en economía de la Universidad de Illinois ha descubierto que los ingresos de los musulmanes y de los árabes que trabajan en los Estados Unidos han bajado un 10 % en los años que han seguido a los atentados del 11 de septiembre.

El profesor Ghannan dice que esto ha provocado como resultado un aumento entre los musulmanes de la ansiedad, la depresión y el stress traumático. “Es un ataque psicológico contra su propia identidad”, ha afirmado este profesor de la Universidad de California.

A pesar de esto, para muchos, la racialización de los musulmanes se ha convertido en algo a lo que se adhieren. Omar Ali se quedó asombrado de que el Islam pudiera ser percibido como vinculado al terrorismo. Reflejo de otras historias de personas que viven en la región de la Bahía de San Francisco, él, vecino de San José, se volvió más hacia el Islam tras el 11-S. Comenzó a llevar un gorro y se dejó crecer la barba. Ali quiere que la gente vea sus buenas acciones cotidianas como muestras de su Islam. “Cuando te vuelves un musulmán visible, la gente te observa”, dice Ali, de 29 años: “Si haces algo malo –si te enfadas, o si escupes, o si le cortas el paso a alguien, todo esto remite directamente a la religión. Todo esto te vuelve más consciente.”

El estereotipo racial está también presente en el seno de la comunidad musulmana. Había muchos musulmanes entre los esclavos traídos de África en el siglo XVII. Y los afro americanos establecieron más tarde mezquitas en el país. Sin embargo, los afro americanos musulmanes se quejan de que los árabes musulmanes no los tratan como miembros de pleno derecho del Islam. “Cuando eres un afro americano musulmán, tienes que vértelas con dos tipos de desprecios: el desprecio de la América blanca, y el desprecio árabe”, dice Adisa Banjoko, de 36 años, de Fremont. Banjoko contó que unos días atrás fue seguido en una tienda por un agente de seguridad, que pensaba que el hecho de que fuera negro le empujaba al crimen. Más tarde, fue a una tienda regentada por un musulmán árabe y le saludó con “Salaam Alaikum”, el saludo musulmán que quiere decir “que la paz sea sobre ti”, pero el propietario de la tienda no le respondió a su saludo.

“Los inmigrantes comprende enseguida cómo funcionan las categorías raciales en Estados Unidos, el orden jerárquico y el deseo de volverse blanco”, dice Salah Hassan, profesor de enseñanza pública en Michigan, que ha escrito sobre la racialización de los musulmanes tras el 11 de septiembre. Sylverstein, el profesor de antropología de la escuela universitaria de Reed ya citado, cree que hay una finalidad potencialmente peligrosa en la racialización de los musulmanes. Los musulmanes americanos han hecho una vigorosa campaña desde hace mucho tiempo para afirmar que no hay disonancia entre el hecho de ser musulmán y ser estadounidense. Pero si como consecuencia de leyes represivas y de medidas políticas “la gente recibe durante determinado tiempo señales de que no son americanos, entonces América aparecerá en el espíritu de los musulmanes americanos como algo malo, algo a lo que deben resistir”, dijo Silverstein.


Nota de la redacción de Planète Non Violence (Francia):

Esta racialización del Islam no se limita a los Estados Unidos. Es un fenómeno extendido por toda Europa, incluida Francia. Los estereotipos sobre el Islam y los musulmanes, presentados bajo la fachada de la “libertad de expresión”, están otra vez de moda y son defendidos, reivindicados y fomentados, en un contexto de provocación deliberada, y esto por ciudadanos que pretendidamente se presentan como “ilustrados”. Todo esto recuerda unos años sombríos, los años 30, durante el ascenso del fascismo y del nazismo.


Fuente: San Francisco Chronicle, 3 de septiembre de 2006 | Planète Non Violence
Traducción Observatorio de la Islamofobia


Véanse también sobre este mismo tema:

Mona Eltahawy
¿Qué aspecto debemos tener los musulmanes?

Maleiha Malik
Los musulmanes son tratados hoy como lo fueron los judíos hace un siglo