"La escuela no valora que un niño hable árabe"

El Periódico de Catalunya, 03/05/2007 (Antonio Baquero).- En 1996, en el instituto de L’Hospitalet en el que Jordi Pàmies daba clase se matricularon 60 chicos. Tres años después, solo se inscribieron 11, pues el centro había pasado a ser considerado “el instituto de los moros”. Quiso saber qué pasaba y se lanzó a estudiar las experiencias de los alumnos marroquíes. El año pasado presentó su tesis doctoral, que obtuvo el Premi Joventut. Pertenece al grupo de investigación "Emigra" de la Universidad Autónoma de Barcelona, que estudia la integración de los hijos de inmigrantes.

¿Por qué los autóctonos evitan los institutos donde hay marroquíes?

Porque se ha creado una imagen errónea sobre estos alumnos. Se les asocia con un aumento de conflictividad en las aulas y con un descenso del nivel académico.

¿Es cierto?

No. Lo que pasa es que el efecto es anterior a la causa. Cuando un centro deja de ser percibido como adecuado, las familias autóctonas dejan de matricular a sus hijos y en ese centro comparten su escolarización el alumnado autóctono menos académico y los hijos de los inmigrantes. Eso tiene efectos perversos.

¿Se ha forjado un tópico sobre los escolares marroquíes?

No uno. Hay muchos y son falsos. Uno de ellos es que las chicas marroquíes abandonan masivamente la escuela. Lo que constaté durante la investigación es que había muy pocos abandonos de chicas y que, cuando se producían, no obedecían a razones religiosas o de matrimonio. Abandonaban para dedicarse a trabajar y ayudar a sus familias. De hecho, las chicas marroquíes tienen más éxito escolar que los chicos. Para ellas, la escuela es un medio de promoción social y reconocimiento familiar y comunitario. Les permite adquirir mayor autonomía.

Otro tópico que rebate es que la lengua es el mayor obstáculo.

El desconocimiento de la lengua de uso escolar es un obstáculo. Pero no es el gran obstáculo. Si no, no se explicaría por qué algunos hijos de familias inmigradas marroquíes nacidos en Catalunya y con un buen dominio del catalán fracasan en la escuela, mientras que otros, llegados en los últimos cursos de primaria o secundaria, acreditan la ESO.

La imagen que predomina es que los padres marroquíes no se preocupan por la educación de sus hijos.

Es falso. Las familias marroquíes están muy interesadas en que sus hijos estudien, pues ven la escuela como un medio de promoción social.

¿Desconfían los padres de los valores que transmite la escuela?

Son conscientes de que en la escuela se transmiten valores diferentes de los que ellos dan en casa. Pero no desconfían. Les preocupan más las malas influencias que puedan recibir sus hijos de otros alumnos.

Pero el porcentaje de alumnos de origen marroquí que estudian más allá de la enseñanza obligatoria es más bajo que el de otros colectivos.

Eso tiene mucho que ver con las respuestas formativas que han recibido. Solo hay que ver los datos estadísticos que muestran que un alto porcentaje está en educación especial. Esos chicos han sido conceptualizados como un problema en la escuela, como una mala influencia. Tanto, que se han llegado a establecer cupos idóneos. Pero eso tiene que ver con cómo la sociedad construye al inmigrante marroquí. Desde la escuela se les ha otorgado un espacio segregado, que es el de las clases de refuerzo.

Usted critica esas clases.

Una cosa es recibir un refuerzo puntual y otra ser alumno de refuerzo. Ser alumno de refuerzo significa ser considerado un alumno con escasas capacidades por el profesorado y también por los compañeros.

¿Ha habido un error de base?

Algo así. Se ha supuesto que existe un presunto choque entre los valores que da la escuela y los que da la familia marroquí, y que eso genera fracaso. No es así. En mi estudio vi que suelen sacar mejores notas los chicos que siguen muy vinculados tanto a su condición de marroquíes como de musulmanes que aquellos otros culturalmente asimilados.

¿Por qué?

Porque los primeros reciben unos mensajes más claros. Las familias les dicen que la escuela es fundamental y que deben seguir siendo buenos marroquíes y buenos musulmanes. Los otros reciben un mensaje contradictorio. Han visto cómo sus familias, pese a su esfuerzo para integrarse, siguen siendo percibidas como inferiores.

Usted ha detectado que los chicos de origen marroquí nacidos aquí sufren más fracaso escolar que los llegados de Marruecos. ¿Por qué?

Los recién llegados están más comprometidos en el proyecto migratorio familiar, creen que deben responder a las expectativas. Por eso se esfuerzan mucho más en la escuela.

Denuncia que no se da valor a los bagajes culturales de estos chicos.
La escuela muchas veces no valora el bagaje del alumnado que proviene de países pobres. Todo el mundo ve con admiración a un niño que habla inglés. En cambio, nadie da el mínimo valor a que un niño hable árabe o bereber.