Políticos y medios de comunicación alemanes lanzan una campaña patriotera sobre la “ocupación musulmana” de Alemania



por Justus Leicht


Campañas con el argumento de que un determinado país está siendo “inundado” por extranjeros siempre han formado parte sustancial del repertorio de la de extrema derecha. La presencia de inmigrantes, con sus culturas y sus lenguas, se presenta como una amenaza al “propio” pueblo, y –dependiendo de la versión que se adopte– a la cultura occidental o alemana. En los últimos tiempos el peligro de ser “inundado” ha sido reemplazado por el de la “ocupación”, en este caso “musulmana”, con la diferencia, sin embargo, de que este tipo de discursos no se limitan hoy a los círculos extremistas de derecha. Publicaciones como Der Spiegel, políticos cristiano-demócratas y socialdemócratas, y antiguos liberales o intelectuales de izquierdas también se han sumado ahora al coro.

Un momento clave en esta progresión ha sido la polémica en torno a la publicación de los dibujos antiislámicos de la pasada primavera.

El periódico de derechas danés Jyllands Posten publicó unos dibujos que buscaban deliberadamente insultar y provocar a los musulmanes. Al generar esto las previsibles y airadas protestas, con algunas manifestaciones de violencia, una verdadera tormenta de indignación se puso en marcha en Europa, con el apoyo de varias organizaciones de “izquierda”. Los musulmanes, se venía a decir, son intolerantes, violentos y reaccionarios; los estados occidentales, por el contrario, son demasiado tolerantes y pacíficos. La campaña supuso un cortejo de apoyo a las intervenciones militares en Oriente Medio.

Hace unas semanas una decisión relativamente menor de un juzgado de distrito alemán ha servido de pretexto para una campaña similar en Alemania.

Der Spiegel apareció el 26 de marzo con el titular “Alemania de la Meca. La silenciosa ocupación musulmana”. La portada mostraba la familiar imagen de la Puerta de Brandenburgo de Berlín envuelta en tinieblas y bajo una media luna con una estrella. El columnista de la revista Franz Josef Wagner comentaba: “Nuestros símbolos de la justicia ya llevan un pañuelo o un burka. ¿En qué tipo de país estamos viviendo, si nuestras leyes ya no valen?”.

El portavoz parlamentario del grupo Unión Democrática Cristiana (CDU), Wolfgang Bosbach, declaró a la prensa que él había temido desde siempre “el hecho de que estemos importando a Alemania valores morales de otras culturas, incluso convirtiéndolos en las bases del sistema legal”.

La feminista Alice Schwarzer opinó que el sistema legal alemán estaba siendo “desde hace tiempo, sistemáticamente infiltrado por fuerzas islámicas”, y Edmund Stoiber, el presidente del estado de Baviera y dirigente de la Unión Social Cristiana (CSU) alertó de que “el imperio de la ley en Alemania” no podía “agachar la cabeza ante el Corán” o dejarse “minar desde dentro”.

¿Qué ha sido lo que ha ocasionado toda esta tremenda agitación?

Todo gira en torno a un caso de divorcio presentado ante el Tribunal de Familia de Frankfurt am Main, cuando una mujer alemana de origen marroquí quiso divorciarse de su marido de nacionalidad marroquí. Se habían casado en Marruecos en 2001 “según el Corán”, y luego se habían mudado a Alemania. Se dijo que el marido había comenzado a pegar a su mujer poco después de que se casaran. Por esta razón, ella le dejó en mayo de 2006. En junio del mismo año el Tribunal de Familia ordenó que fuera ella quien tomara posesión del hogar familiar, y prohibió al hombre acercarse a 50 metros de su ex-cónyuge.

Después de que él la acosara varias veces, llegando a amenazarla de muerte, la mujer decidió solicitar el divorcio inmediato. Normalmente un matrimonio en Alemania sólo puede disolverse tras un año de separación. Sólo si esta circunstancia se estima “no pertinente”, el divorcio puede efectuarse en menos tiempo.

En enero de 2007 el Tribunal de Familia confirmó su sentencia de junio de 2006, y al hombre se le siguió prohibiendo acercarse a la mujer. Al mismo tiempo, la jueza estableció que en su criterio no había base para aplicar la “no pertinencia” y por lo tanto no se produciría un divorcio más rápido. Propuso que se detuvieran los trámites del divorcio hasta que la pareja llevara separada un año, o que de otro modo rechazaría la aplicación del divorcio.

Los razonamientos de la jueza incluían la afirmación de que en los “círculos de la cultura marroquí” “no era insólito” que un hombre pegara a su mujer, lo que estaría justificado por el Islam. Según la magistrada, la solicitante debería haber sabido esto cuando se casó. A la vista de todo esto, la abogada de la mujer solicitó que se descalificara a la jueza, cosa que sucedió tras ser el caso aireado profusamente por los medios de comunicación.

Aunque la jueza fue descalificada, y aunque el ministro de Justicia del estado de Hesse Jürgen Banzer (CDU) anunció que tomaría medidas disciplinarias contra la magistrada, el caso fue presentado por los medios de comunicación y la clase política como una prueba de la supuesta infiltración del sistema judicial alemán por las “fuerzas islamistas”.

Debería señalarse ante todo que la opinión sobre la “pertinencia” legal expresada por la jueza no es sólo completamente equivocada, sino que manifiesta abiertos prejuicios antiislámicos.

Lo que fue alegado como usual en los “círculos de la cultura marroquí” es irrelevante para la ley alemana de familia. Además, hay todo tipo de “círculos” en Marruecos. Estas referencias generalizantes a la cultura “marroquí”, “islámica” o “alemana” dejan un tufo a chovinismo y racismo.

Desde hace ya tiempo, el sistema legal reconoce que los abusos serios y las amenazas hacen imposible la continuación de un matrimonio. Si nos fijamos en la jurisprudencia islámica, estos motivos también son considerados causa de divorcio, y particularmente en Marruecos, que ha modernizado sustancialmente su ley de familia hace tres años. También en Marruecos es castigable el golpear o amenazar de muerte a la esposa.

La jueza no puede ser acusada de haber “agachado la cabeza” ante el Islam, como se le acusa hoy por los políticos y los medios de comunicación. Por el contrario, su punto de vista viene a decir: “Las que se juntan con un musulmán no pueden quejarse, deben esperar ser atacadas, y esto tiene que ver con la naturaleza del Islam”. Tales puntos de vista son parte integrante de los sentimientos antiislámicos espoleados en los últimos años.


Un ataque a los derechos democráticos

Sectores de la prensa y figuras de la política han atacado las posiciones de la jueza desde la derecha, sin embargo. Han explotado este incidente en los tribunales para atacar los derechos democráticos básicos no sólo de los musulmanes, sino también de los otros emigrantes, y del pueblo trabajador alemán. A sus ojos, los musulmanes no deberían poder disfrutar de los derechos fundamentales, ni de la protección constitucional ante los tribunales alemanes.

Bajo los titulares “¿Está nuestro sistema de justicia agachando la cabeza ante el Islam?” (periódico Bild) y “¿Gobierna ahora la ley de la sharia?” (revista Der Spiegel), estos medios han mostrado su rabiosa indignación, entre otras cosas, ante las siguientes decisiones de los tribunales:

* La amonestación a una empresa que envió una advertencia a un empleado musulmán por su deseo de realizar el salat.

* La revocación de la decisión de otra empresa de echar a un empleado por haber realizado la peregrinación a la Meca.

* El Tribunal Constitucional ha apoyado el derecho al sacrificio ritual de animales de acuerdo a las prácticas islámicas, entendiendo que los musulmanes gozan del mismo derecho religioso sobre este tema que tienen los judíos.

* Los permisos de los tribunales administrativos para la construcción de mezquitas y el permiso para la llamada al salat de los almuédanos –igual que se permite el tañido de las campanas de las iglesias.

* En casos de delito, la toma en consideración del marco cultural del acusado. En algunos juicios esto ha conducido a la reducción de la pena, aunque generalmente estas reducciones han sido revocadas con posterioridad.

La oposición a estos veredictos supone que, según el Spiegel y el Bild, los musulmanes, si acaso se les ocurre practicar su religión, deben hacerlo sólo en secreto, porque la práctica estaría prohibida y sería motivo de expulsión del trabajo. El artículo de la portada de Der Spiegel traza un vínculo directo entre las sentencias que han protegido los derechos de los empleados musulmanes a conservar sus trabajos y el asesinato del director cinematográfico holandés Theo van Gogh: “Una progresiva islamización con el apoyo entusiasta del imperio de la ley y sus servidores”. En su edición impresa, la revista deja más de una página al notorio provocador Henryk M. Broder para que fulmine a los musulmanes. Según Broder, hay que ver a todos los musulmanes como fanáticos y criminales violentos. En su último libro, titulado ¡Bravo, nos estamos rindiendo!, Broder acusa a Occidente de estar rindiéndose ante el Islam.

Un cierto grado de demagogia es esperable en la prensa amarilla y en políticos como Stoiber y Beckstein. Pero ahora Der Spiegel se ha sumado al carro, con una nueva versión de la campaña por una “cultura alemana dirigente”, que se dirige contra los inmigrantes y las minorías religiosas, mientras suelta tópicos sobre la autodeterminación y los derechos de las minorías religiosas.

En los últimos años varios estados (Baviera, Baden-Wurttemberg, Hesse, Sarre, Renania-Westfalia) han aprobado leyes que garantizan estatus privilegiados a los valores y símbolos “cristianos”, mientras discriminan todos los otros. Esto ha sucedido a pesar de un veredicto del Tribunal Constitucional en 2003 que expresamente subrayaba el “tratamiento estrictamente igual” de todas las religiones.

Hesse ha ido más lejos y ha llevado la discriminación a todos los empleados públicos. En Hesse, la “Ley para la protección de la neutralidad del estado” establece ya en su comienzo: “Los empleados públicos deben conducirse con neutralidad política, en sus concepciones del mundo y religiosamente. En particular, no pueden llevar artículos concretos o ropa, o usar símbolos u otros objetos que se consideren que minan la confianza en la neutralidad de su oficina o que amenacen la paz ideológica, religiosa o política. A la hora de decidir cómo se aplicarán estas consideraciones, se deberán tener en cuenta apropiadamente las tradiciones cristianas y humanistas del estado de Hesse.”

Hablando llanamente, esto significa que en Hesse sólo aquellos que sostengan las tradiciones cristianas pueden ser “neutrales”. Y además cualquiera que exprese la menor duda puede enfrentarse a “medidas disciplinarias”. Además, varios políticos de la CDU han hecho abiertos llamamientos a la lucha para defender el mundo cristiano.

El ministro de asuntos sociales de Hesse, Silke Lautenschläger (CDU), ha criticado la actitud de la jueza porque no basó su sentencia en “valores cristianos”. “La integración requiere una visión clara. Aquí no puede haber perdón”, recalcó la política, “Nuestro fundamento social es la idea cristiana del hombre y el concepto de dignidad humana encarnado en la Constitución”.

Johannes Singhammer, el portavoz de política familiar de la CDU/CSU expresó puntos de vista similares cuando afirmó que la dignidad y la autodeterminación de las mujeres eran el resultado de ¡los “conceptos morales cristianos”! Singhammer le da la vuelta a la realidad. Fueron el resultado fundamentalmente del esfuerzo del movimiento obrero y socialista, que luchó por la igualdad de derechos de las mujeres en un duro enfrentamiento con la Iglesia y otros defensores de las “tradiciones cristianas”.


Fuente: World Socialist Web Site, 14 / 04 / 2007

Traducción Observatorio de la Islamofobia