Imperialistas, sacad vuestras manos de Sudán




por Manik Mukherjee


En la Conferencia Internacional de Trabajadores celebrada en el Centro de la Amistad, Jartúm (Sudán), 3 de agosto de 2008.

Manik Mukherjee es secretario general del Comité de Coordinación de la Solidaridad Popular Antiimperialista Internacional y ha asistido a los actos de la celebración del Día Nacional de los Trabajadores, invitado por el Frente de Sindicatos de Trabajadores de Sudán (Sudan Workers Trade Union Front). La conferencia comenzó el 3 de agosto de 2008, con casi 2000 delegados de 20 países, en el Centro de la Amistad de Jartúm. Lo que sigue es el texto de su intervención.



Hermanos, hermanas, amigos, amigas

He venido aquí para expresar la solidaridad del pueblo de India con el pueblo de Sudán en su lucha contra la dominación imperialista. India y Sudán sufrieron mucho tiempo el yugo del dominio británico, y ambas han tenido que soportar la agonía de la lucha fratricida instigada por los dirigentes imperialistas. Compartimos vuestro dolor y somos compañeros en vuestra lucha antiimperalista.

Hoy los poderes imperialistas, encabezados por Estados Unidos, están llevando a cabo guerras criminales contra diferentes pueblos del mundo: Iraq, Afganistán, Sudán, Palestina, Líbano, Somalia, etc. Sudán es un país rico en recursos naturales, como petróleo, gas natural, uranio, cobre, etc., recursos codiciados por los poderes imperialistas. Sudán se ha convertido por tanto en una víctima de las intrigas y maniobras de los imperialistas. Es un país con una gran diversidad étnica, y durante siglos los diferentes grupos étnicos han convivido y compartido rasgos culturales comunes. Los gobernantes británicos siguieron su acostumbrada política de divide-y-vencerás para perpetuar su dominio colonial y mantener al país pobre, atrasado y débil. Fomentaron la desconfianza y la división entre los diferentes grupos étnicos. A causa de sus maniobras e instigaciones, cuando finalmente se vieron forzados a marcharse en 1956, el país se hundió en una larga guerra civil. Los poderes imperialistas, principalmente Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, mantuvieron vivos estos conflictos internos apoyando a unos grupos contra otros.

El surgimiento de los movimientos anticoloniales en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue liberando del dominio extranjero a un país tras otro por todo el mundo, y en África también se establecieron gobiernos nacionales. Pero los poderes imperialistas se negaron a dejar que escaparan de sus manos los enormes recursos naturales de los países africanos.
Así que allí donde las políticas gubernamentales mostraran cualquier tendencia a un desarrollo independiente, o si los movimientos populares tomaban la mínima medida anticapitalista, los imperialistas se abalanzaban sobre ellos. Lanzaron campañas de desestabilización, operativos de sabotaje, intervenciones militares abiertas, incluso ocupaciones militares, y organizaron operaciones para provocar cambios de gobiernos. Hemos visto esto en Congo, en Ghana, en Guinea Bissau, en Angola, en Somalia y en un buen número de otros países. Estados Unidos está al frente de estos ataques imperialistas. Las instituciones financieras controladas por Estados Unidos, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, o la USAID, intentan estrangular el desarrollo económico de los países africanos y mantenerlos para siempre bajo la dominación imperialista. La rivalidad entre los poderes imperialistas ha añadido más tensiones y conflictos en África.

El Sudán independiente intentó seguir una política de desarrollo de sus recursos económicos no guiada por los dictados imperialistas. No permitió el acceso de los Estados Unidos a sus recursos petrolíferos, ni apoyó la guerra abanderada por Estados Unidos contra Iraq, ni su posterior ocupación. Todo esto ha enfurecido a Estados Unidos, y por lo tanto este país ha intentado durante mucho tiempo desestabilizar a Sudán. En 1998 incluso lanzó un ataque de misiles contra una planta de productos farmacéuticos en el interior de Sudán, con la falsa excusa de que allí se fabricaban armas químicas.

Este pretexto se demostró falso, tal como estableció claramente un comité de investigación dirigido por el antiguo Fiscal General de los Estados Unidos Ramsey Clark, que es ahora el presidente de nuestra organización: el Comité de Coordinación de la Solidaridad Popular Antiimperialista Internacional. No hubo indemnizaciones por esta destrucción, que arrasó la planta que servía para abastecer el 60 % de la demanda de medicamentos de Sudán.

El instrumento fundamental de la política imperialista es fomentar antagonismos nacionales y regionales, instigar a unos grupos contra otros, y apoyar a alguno de ellos con ayuda financiera y militar. En Sudán esta estrategia se ha llevado a cabo con mucha efectividad, y ha creado la situación de guerra civil que se extiende ya durante casi medio siglo. Sudán fue devastado por la guerra entre el norte y el sur: dos millones de personas murieron, muchos millones más fueron desplazadas; la economía sudanesa se hundió y todo esto dio paso a la escasez de alimentos, que provocó la malnutrición y la hambruna; la asistencia médica y la educación básica se volvieron inaccesibles para grandes sectores de la población. Al final, tras larguísimas negociaciones, se firmó un Acuerdo de Paz en Nairobi en 2005, y el martirizado pueblo sudanés empezó a vislumbrar un posible futuro de paz y reconciliación... Pero justo cuando se estaban dando los primeros pasos hacia una solución pacífica de los problemas, Estados Unidos y sus aliados atizaron el fuego en Darfur.

Los imperialistas presentan falsamente el conflicto civil en Darfur como un conflicto racial entre "los árabes" y "los negros" africanos. Pero, como un periodista señaló en cierta ocasión, "Todos los implicados en el conflicto de Darfur -sean representados como "árabes" o "negros"- son igualmente indígenas e igualmente negros. Todos son musulmanes y todos son autóctonos". El hambre, la pobreza y la sequía pusieron al pueblo de Darfur en apuros, y empezó a fraguarse el descontento entre los diferentes grupos en torno a la obtención de los escasos recursos. Los imperialistas avivaron este descontento porque los levantamientos y los enfrentamientos podrían servirles para desestabilizar al gobierno de Sudán, "inamistoso" para ellos, y así facilitarles su entrada en Sudán. Los capitalistas en Estados Unidos y en Europa apoyaron y simpatizaron con los grupos que luchaban contra el gobierno sudanés. Son grupos adiestrados militarmente, apoyados e incitados por los poderes imperialistas, tanto directamente como a través de regímenes que les sirven. Tras instigar el conflicto interno, ahora gritan sobre un genocidio en Darfur.

Las organizaciones de derecha occidentales, los portavoces de los capitalistas, e incluso algunos grupos progresistas despistados, están levantando sus demandas en favor de una intervención extranjera que "salve" Darfur. Los líderes de Estados Unidos y Reino Unido como Gerge Bush, Condoleezza Rice, John Bolton, el general Colin Powell, el general Wesley Clark, Tony Blair, etc., defienden la intervención militar en Sudán para parar el "genocidio".

Observamos una vez más el clásico modus operandi de los imperialistas. Tras instigar las guerras civiles y alentar su continuación mediante la intervención directa y el apoyo a uno de los grupos contra el otro, comienzan a hablar de "crímenes de guerra" y de "crímenes contra la humanidad" y exigen que sus perpetradores sean juzgados y castigados. Hemos visto esto ya en Camboya, en Ruanda, en Yugoslavia, y en todos los lugares tales acusaciones se levantan contra la parte que más se opone a los imperialistas. Observamos el mismo método en Sudán. Los grupos de derecha de Estados Unidos y Europa han lanzado una guerra relámpago de propaganda sobre los sufrimientos del pueblo de Darfur y hacen llamamientos a la intervención militar directa y a una presencia permanente de los poderes occidentales en Sudán, para "supervisar" la situación. La historia nos ha demostrado ampliamente que las supuestas "fuerzas de pacificación" enviadas por razones "humanitarias" se despliegan en realidad para servir a los intereses imperialistas, y no para la paz y la reconciliación. Debemos extraer las lecciones de lo que ha sucedido en Corea, en Congo, en Ruanda, en Yugoslavia.

En 2006, a iniciativa de la Unión Africana, se firmó el Acuerdo de Paz de Darfur entre el gobierno sudanés y el mayor grupo de los militantes de Darfur, como un paso para promover el proceso de reconstrucción y reconciliación. Pero los imperialistas interfirieron en este proceso, bloqueando la salida al conflicto, y apoyaron a otros grupos que pudieran mantener el conflicto vivo.

En tal coyuntura, el Tribunal Penal Internacional (TPI), al dictado de los poderes imperialistas, inició los procedimientos penales contra los gobernantes sudaneses. En 2007 los jueces del TPI iniciaron las acciones contra dos altos responsables sudaneses por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Recientemente, el 14 de julio de este año, el TPI ha acusado formalmente al presidente Omar Hasan al-Bashir por crímenes de guera y crímenes contra la humanidad. Denunciamos enérgicamente este infame paso. Nos congratulamos de que la Unión Africana y la Liga Árabe se hayan opuesto a esta maniobra del TPI y asumimos la declaración de la Unión Africana de que esta amenaza de persecución podría poner en serio peligro los esfuerzos de paz en la región de Darfur. El pueblo, acertadamente, ve esta acción como un asalto a la soberanía de Sudán. Y el gobierno y el pueblo de Sudán mantienen firme su resolución de no sucumbir ante ningún chantaje político.

Llamamos a todas las personas antiimperialistas del mundo a solidarizarse con el pueblo sudanés en su lucha contra el imperialismo, y a ayudarle en proteger su soberanía. Queremos remarcar que sólo el pueblo sudanés es el dueño de su país. Son ellos quienes deben buscar los caminos para resolver sus problemas internos, sin ninguna injerencia extranjera ni ninguna presión exterior. Son ellos los únicos que tienen derecho a investigar cualquier violación de los derechos humanos que haya podido tener lugar, y a juzgar y a castigar a quienes la hayan perpetrado. El pueblo sudanés no necesita que los imperialistas le enseñen a proteger los derechos humanos. Que salga un llamamiento desde esta plataforma para parar la acusación del TPI contra el presidente Al-Bashir y demandar en su lugar que sea el presidente Bush y sus cohortes quienes sean procesados por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por haber desencadenado la guerra contra Iraq y Afganistán y por la tortura de los prisioneros de los campos de concentración de Abu Ghraib y Guantánamo.

Larga vida a la lucha antiimperialista
Larga vida a la solidaridad entre los pueblos
Imperialistas, sacad vuestras manos de Sudán



Fuente: World View News Service, 23 de agosto de 2008
Traducción Observatorio de la Islamofobia

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